Fracaso y agonía de Unasur

Finalmente, el proyecto de Unasur (Unión de naciones suramericanas) está en agonía y prácticamente ha dejado de existir. El retiro de Uruguay de esa organización ha dado el tiro de gracia a su existencia, pues de quince miembros, ahora solo le quedan tres, que no se reúnen, no tienen sede de actividades, carecen de recursos financieros y su desorientación política ha terminado en desintegración general y caos ideológico completo.

En los once años de precaria existencia, Unasur pudo subsistir gracias a que sus socios gozaron de cuantiosos ingresos que recibían sus países miembros, gracias a las altas cotizaciones de algunas materias primas de exportación (petróleo, gas, estaño, café, etc.) que, sin embargo, fueron derrochadas en cuantiosos negociados que llevaron a sus miembros integrantes a la bancarrota.

Unasur fue creada en 2008 en Brasil, durante la gestión de Luiz Lula Da Silva y contó con la presencia de Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, José Mojica, Fernando Lugo y otros, con la idea de forjar la “unidad latinoamericana”. Su primer secretario general fue Néstor Kirchner, quien asumió como primer secretario general de Unasur en mayo de 2010. Recientemente, ese cargo estuvo ocupado por el boliviano David Choquehuanca, quien era solo una figura decorativa.

Por entonces, Evo Morales ofreció amplia ayuda financiera y técnica a la flamante empresa y prometió edificar en Tarata, Cochabamba, un edificio especial con fondos conjuntos que, sin embargo, nunca llegaron, por lo que el Estado boliviano debió realizar la obra con recursos del pueblo boliviano que llegaron a alrededor de cinco millones de dólares. Empero, ese faustuoso local nunca funcionó y actualmente está abandonado en medio de un campo de ganado.

La vida de Unasur solo fue posible gracias a los enormes ingresos por la exportación de materias primas con altísimos precios y las reservas económicas internacionales dejadas por anteriores gobiernos democráticos. Pero, en cuanto esos precios se derrumbaron, Unasur entró en agonía y prácticamente dejó de existir. Solo vivió, por ende, gracias a la ayuda del mundo capitalista.

La vida artificial de Unasur resultó inútil y, devino, a lo más, en un centro de propaganda ideológica para el socialismo del Siglo XXI, proyecto utópico que fue el fracaso político más estruendoso, ya que los gobiernos que formaban esa organización fueron expulsados del poder por medio de elecciones o insurrecciones populares (como el caso de Bolivia), hasta llegar al presente, cuando esa entidad supranacional tiene, a lo más, tres miembros: Venezuela, Surinam y Trinidad y Tobago. Hace pocas semanas, Uruguay abandonó definitivamente esa entidad.

El fracaso de Unasur no solo puede medirse por su desintegración casi absoluta, sino porque la mayoría de los países que la integraban han retornado al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

La decisión de Bolivia para abandonar Unasur parece inminente.