El problema es de larga data y conforme transcurre el tiempo se agrava más: La Paz y demás ciudades capitales del país sufren este tipo de anomalías que perjudican tanto a los poseedores de viviendas como al propio fisco municipal que no puede recaudar impuestos ni regular debidamente barrios y construcciones.
Autoridades municipales explican “la imposibilidad de remediar el caso”, pero no se atreven a reconocer que por responsabilidad de ellas mismas, el caso se agudiza: hay displicencia, descuidos, nomeimportismo y hasta corrupción en la debida atención a quienes demandan solución a sus problemas de límites entre ciudades y hasta en barrios y lugares que sirven de expansión a los centros urbanos.
Autorizaciones clandestinas para construir, políticas del dejar hacer y dejar pasar a cambio de coimas y granjerías, condiciones onerosas que muchas veces inventan funcionarios irresponsables y falta de planificación en las ciudades, especialmente cuando hay que realizar ampliaciones, determinan que se anarquice el problema y adquiera condiciones dramáticas.
La ciudad de La Paz especialmente ha crecido mucho en los últimos diez años, específicamente con la construcción de edificios mediante autorizaciones provisionales o permisos especiales, “mientras los concejos estudien remedios permanentes”. Esto da lugar a que una vez concluidas esas edificaciones destinadas a viviendas, se vean en la disyuntiva de no saber a qué distrito, circunscripción, cantón o ciudad pertenecen. Así ocurre, por ejemplo, con muchos edificios y casas que no saben a qué municipio les corresponde pedir documentación, a cuál cancelar impuestos, a quién recurrir en pos de certificaciones, etc., etc.
El mismo problema existe en las ciudades troncales de Cochabamba y Santa Cruz; no sería raro que Tarija, Sucre y otras estén en el mismo “intríngulis” que nadie entiende. Por su parte, cada Concejo Municipal ve indiferente e irresponsablemente el problema y todo lo deja para las “calendas griegas”. Los perjudicados son muchos y son los propios tesoros municipales que se ven constreñidos en sus recaudaciones por no saber a quién exigir el cumplimiento de obligaciones tributarias. Al respecto, cabría preguntar: ¿Qué hacen los concejales? ¿Por qué se les paga jugosos sueldos y otros beneficios? ¿Por qué, en lugar de estar enfrascados en discusiones sin trascendencia no estudian los diversos problemas de cada ciudad y, con los departamentos debidos de cada municipio, darles solución? Si realmente se encuentran incapacitados e inútiles para estudiar los diferentes casos, deben renunciar y no seguir en funciones que nunca cumplen.
El drama de los problemas limítrofes no puede continuar y es tiempo para que cada Concejo Municipal cumpla sus deberes y responsabilidades.
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