Marcelo Miranda Loayza
Resulta contradictorio que nuestra sociedad altamente laicista y atea se ponga a cuestionar sobre la presencia de Dios en medio de la emergencia sanitaria por el COVID-19, la respuesta salta a la obviedad, Dios está justamente donde lo pusieron, es decir fuera de sus vidas. Ahora bien, pese a ello Dios sigue actuando en medio de la oscuridad, se encuentra en la solidaridad y la empatía de miles de personas alrededor del mundo, pero principalmente se lo encuentra en la FE de miles de fieles que siguen firmes en la oración. Al final la certeza de Santa Teresita de Jesús sigue válida y firme, "Dios no se muda".
La firmeza de la FE se contrapone de manera clara y eficaz a la desinformación malintencionada que se viraliza más rápido que el COVID-19, el mundo, pese a la pandemia y a la desesperanza no desaparecerá, la creación, al ser obra de Dios, es más fuerte que un virus, sea cual sea. Joseph Ratzinger (Papa emérito Benedicto XVI) señala: "Dios está por encima del caos", a su vez también indica "La crisis más grande no es la política ni la económica, sino la crisis de esperanza, que se vive en un sentimiento de derrota ante el caos y desorden”, teniendo certeza en la Fe resulta más fácil sobrellevar la ansiedad propia emergente de la urgencia sanitaria a nivel mundial.
No son pocas las pseudo profecías que han ido apareciendo en este último tiempo y no solo hablo del COVID-19, los profetas de la crisis medio ambiental también tienen lo suyo, para ellos el fin del mundo está a la vuelta de la esquina y no hay mucho que hacer al respecto.
Ratzinger señala lo siguiente referente al tema: "Cristo no es fin, sino centro del tiempo. El camino no lleva inmediatamente a la parusía, sino a la Iglesia de los gentiles, la cual, en su condición de amplio espacio de lo que ha de venir, representa el horizonte de su Evangelio”, es decir, el fin no sé encuentra al acecho de la humanidad, pues todavía se antepone la esperanza.
¿Dónde está Dios?, pues sigue estando ahí, ya que su fidelidad es eterna y su amor incondicional, es nuestra respuesta la que se encuentra en duda, pues al sacar a Dios de nuestras vidas implícitamente se da paso a la angustia y la angustia da paso a la desesperación, la divinización de la libertad solo ha encadenado a la humanidad al precio de sus propias miserias.
Dios sigue estando por encima del caos y la desesperanza, solo basta levantar un poco la mirada y encontrarnos con ese amor incondicional que nos entrega todo y que sigue siendo luz en medio de la oscuridad.
La certeza de Santa Teresita de Jesús sigue siendo válida, Dios no se muda, pero no solo eso, al final, la FE en momentos de angustia da la certeza y seguridad de que más allá de la oscuridad, Jesús sigue siendo luz y esperanza, Teresa de Jesús lo expresaba de manera clara: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia, todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta".
El autor es Teólogo y Bloguero.
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