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[Humberto Vacaflor]

Análisis económico

Detrás del virus


El recuento de los muertos en el mundo se ha convertido en un ejercicio, por supuesto, macabro. Es como mirar el fin del mundo desde dentro de casa con el temor de que llegue un enemigo que ni siquiera se lo puede ver.

La cuarentena mundial, que no la cumplen algunos loquitos como el mexicano Manuel López, permite pensar mirando en las aguas profundas de este momento. El ejercicio es muy interesante. Habría que conocerlo porque quizá cuando se haya convertido en libros, ya no están a nuestro alcance.

 

La guerra de precios declarada entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Léase: Arabia Saudita) y Rusia se hace más costosa con la reducción de demanda por las 1.000 millones de personas en cuarentena a nivel mundial. El costo de producción de un barril saudí es menos a $4, mientras que en Rusia es de $20. Sin embargo, Rusia sólo necesita un precio de $42 por barril para equilibrar su presupuesto, mientras que Arabia Saudita necesita $84.

Más del 60% del petróleo que se consume en el mundo es destinado al transporte de personas y bienes por tierra aire y mar. Las restricciones al movimiento y circulación de personas y la reducción en demanda de bienes generada por la pandemia colapsaron el ya bajo precio internacional del petróleo. El bajo precio tiene un efecto retardado en Bolivia que fija el precio de su gas natural exportado a Argentina y Brasil cada 2 y 3 meses respectivamente.

La caída en la demanda de zinc y el inevitable efecto sobre el precio está llevando al cierre de emprendimientos mineros que, no sólo por la cuarentena en los países productores sino por la inviabilidad económica de los proyectos en el nuevo panorama mundial. Esto llevaría a una reducción en la oferta disponible de zinc después de que pasen los efectos de la pandemia. Nadie tiene la certeza de cuánto tiempo durarán los efectos.

El francés Pascal Cotte, del grupo Boston, observa que este accidente mundial viene a dar vigor a los Estados, que estaban humillados, ninguneados, postergados, por el empuje de la globalización, de las transnacionales que querían borrar las fronteras.

De pronto, gracias a un virus que el ojo humano no puede ver, pero puede ser la puerta de entrada a nuestro cuerpo, el Estado es dueño de la situación. Ha decidido cerrar fronteras, fijar días y horarios de trabajo, decidir qué se ha de producir y qué se ha de transportar.

Del otro lado está, por supuesto, Donald Trump, quien ha dicho que la parálisis económica podría matar más gente que el coronavirus. Él apuesta por la economía y su poder de recuperación. Su interés está más concentrado en la salud de la bolsa de Nueva York que en los habitantes de la ciudad que es la más afectada en Estados Unidos. Los sobrevivientes tendrán un país vigoroso y no uno que haya sido paralizado, con sus músculos entumecidos, sus articulaciones lastimadas, quizá; con trombosis en las piernas.

Cuando se haya ordenado volver a trabajar será como un dique que se rompe y que deja pasar un torrente acumulado, bloqueado por estas medidas de prevención contra el virus. Lindo ejercicio para los estudiosos de la economía, mirar cómo las fuerzas de la producción y del comercio se liberan y van cubriendo los espacios que ocupaban, aunque quizá con algunos ajustes aprendidos durante la parálisis.

Y hay quienes miran el tema desde la política. Predicen que quizá éste virus marque el fin de un imperio, el norteamericano, que pasaría a la historia como le ocurrió al británico en 1956, con la crisis de Suez.

El imperio chino, que durante milenios estuvo cerrado en sus fronteras, es el que desafía. Para comenzar, Xi Jimping niega que el virus sea chino y sostiene que fue plantado en la China, en la ciudad Wuhan en octubre, cuando una gigantesca delegación norteamericana llegó para participar en los juegos deportivos militares.

Y ahora, con el virus haciendo desastres en Nueva York, los chinos esperan. Por el momento, se dedican a producir 95% de los antibióticos que usan los norteamericanos.

Las elecciones serán pospuestas, no se sabe hasta cuándo, lo que por lo menos deja a los bolivianos sin el tormento de la campaña, que se añadía a la angustia del virus..

Pero seguiría vigente el parlamento, ése que fue elegido en elecciones fraudulentas en 2014 y que tiene, por supuesto, dos tercios de parlamentarios masistas.


Bono "Quédate en casa"

El valor del nuevo bono anunciado por Venezuela aún no se define por la inflación que en enero alcanzó 65,4%, la cifra más alta en 12 meses. El Bono se suma al bono "Disciplina y Solidaridad" de 350 000 bolívares equivalente a 1,4 dólares que se empezó a entregar el viernes 20 de marzo. Todo esto mientras se considera parar la producción de petróleo.

Costo de la cuarentena

El Institute of Internacional Finance (IIF), estima la caída en la economía Argentina será de 3,1% en 2020, Moodys estima una reducción de 3,9% y la consultora argentina Elypsis calcula una caída de 4,5%. La cuarentena le cuesta a la economía un estimado de $34.000 millones al día, por lo que se espera que dure lo menos posible.

Recesión inevitable

El Fondo Monetario Internacional asegura que Perú tendrá un crecimiento negativo en 2020, por primera vez en 20 años. Mientras tanto los más afectados por la reducción de actividad de la cuarentena y la recesión serán los más pobres cuya. Según una encuesta de Ipsos Perú, 25% de población perderá su empleo.

Lo bueno

Es que el candidato Luis Arce Catacora decidió hablar sobre la cuarentena y sugirió que el gobierno de Jeanine Áñez "alquile" personas del sector informal.

Lo malo

Es que no aclara cómo sería manejada esa mano de obra, si se la podría re-alquilar o vender a la China, ¿quizá con el método cubano, de cobrar por lo que les paguen, exportando esclavos?

Lo feo

Es que este señor no explica por qué, mientras fue ministro de Economía, entre 2006 y 2018 destinó 4.000 millones de dólares a propaganda y ni siquiera la mitad a salud.

 
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