De acuerdo a experimentos recientes con taladros del tamaño de una molécula se han logrado obtener resultados espectaculares. Los creadores de estos motores moleculares, rotores activados por luz que giran hasta 3 millones de veces por segundo, han comprobado de manera contundente que las nanomáquinas pueden atacar células enfermas y matarlas en minutos.
En esta línea de investigación y desarrollo trabajan unos expertos de la Universidad Rice en Houston (Texas), la Universidad Biola en La Mirada (California) y el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad A&M de Texas, todas estas entidades en Estados Unidos. El equipo lo encabezan el bioquímico molecular Richard Gunasekera (Universidad Biola) y el químico y pionero de la nanotecnología James Tour (Universidad Rice).
El objetivo original del proyecto era tan solo atacar bacterias farmacorresistentes, células cancerosas y otras células causantes de enfermedades, destruyéndolas sin dañar las células sanas adyacentes. Tal como argumenta Tour, para toda bacteria o célula no hay defensa posible contra una perforación mecánica lo bastante fuerte como para atravesar sus paredes celulares. No es posible para un microorganismo desarrollar farmacorresistencia contra un ataque tan contundente y expeditivo.
Sin embargo, la capacidad aniquiladora de estos nanotaladros ha resultado ser mayor de lo pronosticado inicialmente y el campo de acción de los dispositivos ha llegado ahora a un nivel enteramente nuevo, tal como destaca Tour. Los últimos experimentos demuestran que organismos enteros más complejos, como pequeños gusanos y pulgas de agua, pueden ser aniquilados por las nanomáquinas, que los perforan hasta la muerte. Esto no es solo matar células, sino organismos pluricelulares con millones de células.
Efecto de los taladros moleculares activados por la luz en las células dentro de un gusano nematodo transparente.
En una nueva etapa el equipo plantea la posibilidad de que los nanotaladros puedan ser utilizados para tratamientos contra parásitos y el tratamiento local de enfermedades como el cáncer de piel.
Para comprobar la viabilidad de actuar sobre la piel en un ser vivo mucho más grande que simples parásitos diminutos, los científicos aplicaron las nanomáquinas en una solución tópica para la piel en un modelo de ratón. La activación de los veloces motores de los taladros causó lesiones y ulceraciones, lo que demuestra su capacidad para funcionar en animales más grandes. (NCYT Amazings)