Mariela Baldivieso Lema
El conflicto puede ser una oportunidad para aprender. Todas las parejas tienen desacuerdos y en esta época de cuarentena salen a relucir las diferencias, la ira y la hostilidad, desconfianza, temor.
La base es plantear cuál es el problema en cuestión, que incluya sentimientos negativos, de forma constructiva y sin la soledad como evasión. Eso dependerá del nivel de comunicación.
Pregúntese si tiende a irse, a evadir el problema, ¿por qué lo hace? ¿Qué está buscando?
Programe una reunión para debatir cada una de sus percepciones de forma madura y coherente, sin sentirse el malo o mala de la película, porque cada uno debe hacerse cargo de sus acciones.
No hable de manera interminable, exprese con frases cortas sus sentimientos, asegúrese de que su pareja lo entiende. Concéntrese en el mensaje de quien habla, no refute. Cuando usted está en el papel de quien escucha, no debe dar su opinión. Si está molesto por lo que su pareja está diciendo, debe reprimirse, reflexionar y dar tiempo a su cerebro para emitir una mejor respuesta.
Evitar hablar del problema y dejar asuntos pendientes es como barrer dejando el polvo debajo de la alfombra.
La salud emocional y la armonía de la pareja son resultado de multiplicar la salud de ambos, conociéndose para establecer un proyecto de vida en pareja, no olvidando que las personas son cambiantes, entendiendo que lo que se decían en el inicio de la relación, va modificándose con el tiempo.
Si realmente queremos aprender a hablar con el lenguaje del amor, será mejor que comencemos a pensar muy seriamente en renunciar a varias cosas…
No reacciones intempestivamente. Tal vez el verdadero motivo de la reacción que experimentas sea originado por situaciones antiguas que ya han quedado en el pasado, pero que al recordarlas, consciente o inconscientemente, nulificas a la otra persona…
Evita a toda costa el uso de expresiones ofensivas que sabes herirán a tu pareja. No interrumpas la comunicación, solo escucha con el corazón y analiza si hay coherencia.
Sermonear sólo es una forma de persecución que agrede al otro, obligándolo a que te escuche, manipulando la conversación, esto no resulta.
Retomar rencillas o heridas del pasado y olvidarte del incidente actual te lleva por las ramas, olvidándote del problema en sí.
Despídete de la ironía y el sarcasmo. El uso de frases irónico-sarcásticas no sólo reviste de agresividad lo que se quiere decir, sino que hace que la comunicación se transforme en violenta…
¿Necesitas tener siempre la razón? Luchar por “tener la razón” es luchar por tener el poder en la conversación, lo cual te aleja de los demás, pues “ganar la pelea” por medio de la razón no te hará feliz…
Abstente de censurar los sentimientos ajenos. Si respetas los sentimientos de los demás, compartiendo los propios y explorando lo que yace en el fondo, podrás conocer un poco mejor a la otra persona, entenderla y brindarle tu apoyo
Nadie es infalible, ni tú. Frecuentemente debemos practicar la prudencia y ceder para llegar a un acuerdo, pues hasta tú te puedes equivocar…
No es necesario levantar la voz, cada vez que hablamos a gritos, estamos agrediendo al otro.
Olvídate de siempre ganar las discusiones. Cuando se gana una discusión, casi sistemáticamente pierdes mucho más de lo que puedes imaginar.
Eso que más te molesta de los demás, sí, de esa persona en la que estás pensando, es precisamente lo que más necesitas empeñarte en mejorar en ti mismo, pues la agresión que ves en el otro, en el fondo no es más que un reflejo de la agresión que no eres capaz de ver en ti mismo, pero que conoces bien, por lo que la reconoces en el otro.
La autora es Psicóloga Clínica.
Email: marielabaldiviesolema@gmail.com
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