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Diferir los pagos, no condonar obligaciones


 

La tragedia mundial causada por el coronavirus que también atacó a nuestro país ha dado lugar a que el gobierno adopte muchas medidas que permitan sobrellevar las dificultades ocasionadas por el mal; entre esas disposiciones está la que permite que obligaciones tributarias sean pagadas fuera de los espacios determinados por ley y, además, sin multas ni intereses. Lamentablemente, hay personas que pretenden que la medida abarque condonación de deudas “como medio de ayudar al pueblo”. Esto querría decir perdonar, olvidar lo que se debe y ello es imposible e ilógico porque ni los países más ricos podrían aprobar semejante concesión.

El coronavirus es un mal que, aparecido originalmente en China, se propagó por todo el mundo y son muy pocos los países que hasta ahora se han visto libres del mal, aunque no se sabe hasta cuándo. En el mundo nadie es culpable de la aparición de la enfermedad que tiende a cobrar muchísimas vidas. No hay gobierno o entidad o institución a la que se podría adjudicar la culpa del mal; es, en todo caso, un hecho surgido de la propia naturaleza como han aparecido en el mundo por muchos siglos varios males que han causado enfermedades que ha costado muchos años erradicarlas.

El coronavirus es mal que en sus consecuencias atacó seriamente a la economía de todos los países; muchos cuentan con los medios para soportar las consecuencias, pero la mayoría no; el diferir el pago de lo adeudado al fisco o a las arcas municipales es una concesión de las autoridades y no pueden ser más amplias porque los importes a pagarse en forma diferida son necesarios para que las autoridades realicen obras, culminen las que están en ejecución y atiendan los programas que seguramente tienen planificados; por supuesto, hay que esperar que todo no podrá cumplirse porque los extremos causados por la paralización de todas las actividades productivas nada puede compensar. Se dice también que “el gobierno debería otorgar presupuestos especiales para que los municipios enfrenten los problemas”. Lo cierto es que salga el dinero de donde sea igualmente el perjudicado es el país, porque ni gobierno ni municipios ni gobernaciones cuentan con modos ni medios para “fabricar dinero”.

Es pecar de ingenuidad (extrema en muchos casos) cuando la pretensión llega al extremo de sugerir siquiera que “sean condonadas las deudas” y, si hay alguna moratoria, es simplemente una facilidad, especialmente para quienes no cuentan con el suficiente dinero para enfrentar los gastos inmediatos y pagar posteriormente las cargas impositivas que, de todos modos, deben ser honradas porque es deber cívico y moral el hacerlo. Es urgente entender que el coronavirus causa muchos problemas y daños que no solamente abarcan a la salud y la vida, sino a toda actividad que se realice y todos debemos enfrentar sus consecuencias luego de cumplir todas las prevenciones y cuidados determinados por las autoridades para evitar una mayor expansión del mal.

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