Quiérase reconocer o no por parte de las autoridades económicas, vivimos tiempos en que la crisis económica será inminente porque las condiciones creadas por la presencia del coronavirus aún se dejarán sentir por mucho tiempo. Nuestra economía es frágil y si hacemos conciencia de las consecuencias de casi l4 años de despilfarro por parte del anterior gobierno, los problemas tenderán a agudizarse y ello dará lugar a que de todos modos debemos vivir tiempos de austeridad que solamente pueden ser compensados con trabajo y producción.
Para el régimen del MAS, no obstante contar con el suficiente dinero proveniente de nuestras exportaciones y de préstamos, los gastos eran cada vez más discrecionales, sin importar si eran realizadas obras de beneficio o, por lo menos, se atendía siquiera el campo de la salud con la construcción de hospitales y dotarlos de equipos modernos, vituallas, etc. Por supuesto, nada se hizo por mejorar la infraestructura de educación y poco, muy poco se atendió la infraestructura, salvo la construcción de obras faraónicas de ningún beneficio, como son el nuevo palacio de gobierno y las dependencias del Poder Legislativo, además de obras pequeñas como mantenimiento de edificios y la concreción de muchas canchas sintéticas de fútbol que ni siquiera los niños pueden aprovechar porque hay que pagar alquiler por su uso.
Como el manejo irresponsable de la economía requería mucho dinero, especialmente por los excesos en que incurrían los dos primeros mandatarios que viajaban y gastaban sin medida, todo excedente en gastos se cargaba al déficit fiscal bajo la orden presidencial de que el caso será arreglado por los economistas y los abogados. Si a todo ello se agrega la disponibilidad de dinero para solventar gastos de congresos, seminarios y reuniones internacionales que propiciaba el Presidente y que el país solventaba financieramente, la inversión en alojamientos, pasajes y alimentación y viáticos para esos visitantes sobrepasaba cualquier cálculo. Disponer irracionalmente de los dineros del Estado nada significó para el gobierno.
Ahora, lo que corresponderá hacer es observar políticas austeras, promover inversiones internas y foráneas, crear infraestructura que permita producir y habilitar puestos de trabajo, luego librar dos batallas definitivas, como combatir al narcotráfico y a la economía informal que es una rémora muy seria para quienes poseen empresas y dedican inversiones y trabajos a producir y crear riqueza . Todo ello será posible en tanto y en cuanto el gobierno adopte medidas muy enérgicas en contra de los que viven en contra de las leyes y aprovechan las coyunturas de crisis en que muchas veces se encuentra inmersa la nación.
Finalmente, de manera complementaria, es urgente que el gobierno, en todas sus dependencias, observe la mayor austeridad en gastos, política que de todos modos debería observar el Poder Legislativo, que es sabido no siempre deja de ser excesivo en determinados gastos que son prescindibles. Un aspecto que merece especial atención debería ser el de la cantidad de ministros de Estado, que son muchos, cuando las urgencias nacionales no permiten contar con la excesiva burocracia que existe en tanto ministerio y los únicos que merecen incrementos son los de salud y educación, dos rubros absolutamente necesarios para la mejor marcha del país.
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