Economía de palabras
Gota a gota, verso a verso, va surgiendo la noticia de que los futuros jubilados se quedaron sin sus aportes porque el gobierno del cocalero dispuso de ellos; los pignoró, como se dice.
Así como dispuso de los 310.000 millones de dólares que recibió el país en el auge de los ingresos, decidió disponer de los 20.000 millones que estaban en la cuenta de la capitalización individual, como se llama a los aportes para las jubilaciones.
Ya vendrán los abogados para arreglarlo todo, dijo seguramente el cocalero cuando estaba decidiendo estas cosas. Ahora, sus abogados tienen otras urgencias.
Unos 12.000 millones de esos ahorros fueron a dar a los bancos, en depósitos plazo fijo, y el resto debió ser destinado a la compra de bonos soberanos, también por orden del gobierno.
Los bancos, por instrucciones precisas de Luis Arce Catacora, destinaron los 12.000 millones a créditos de vivienda social, con tasas de interés fijadas por el Ministerio de Economía: muy bajas.
De lo que resulta ahora, cuando las papas queman y hay quienes proponen que los aportantes reciban una parte de sus aportes para pasar el vendaval, que los aportes se han esfumado.
La Asociación de Defensa de los Fondos de Pensiones dice que, en este momento, las AFP solo tienen en efectivo 1% de los recursos de los aportantes. La idea era que los aportantes retiraran 33% o 10% para pasar este virulento invierno. Pero solo hay 1%.
Los programas de vivienda social fueron a las manos de especuladores de tierras que "vendieron" lotes en precios exagerados, pero que eran atractivos porque tenían tasas de interés muy bajas y daban 30 años de plazo.
Gente que quería dejar un "lotecito" a sus hijos. El problema es que esos compradores no están cumpliendo con los pagos, pero a los loteadores eso no les interesa, porque ellos tienen acuerdos con los bancos, no con los compradores. Y los bancos tienen en la conciencia que han dispuesto de los DPF de las AFP. Seguramente querrían lavarse las manos diciendo que todo lo hicieron por orden del gobierno, el gobierno del cocalero.
Si todo esto quebrara, como parece inevitable, el sistema de pensiones habría recibido un golpe feroz. Lo que le interesaba al cocalero y a su ministro era que la "vivienda social" tuviera un efecto electoral muy grande. Y parece que ni siquiera eso se dio, porque, de lo contrario, el cocalero no habría tenido que salir huyendo del país.
Y de los bonos soberanos, mejor no hablar.
Ojalá que toda esta historia pueda ser revertida por el gobierno transitorio. Por el momento, los jubilados siguen creyendo que sus aportes están a buen recaudo.
Habrá que idear un sistema de jubilación diferente. Hasta ahora, todos han sido una estafa. Lo saben todos los bolivianos que decidieron vivir, en la vejez, de la pequeña renta que puedan recibir de departamentos o casitas.
Salvo, claro está, que a alguien no se le ocurra afectar los ingresos por alquileres.
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