Tarija
Son un grupo de personas, en su mayoría mujeres, que se encargan de clasificar los desechos principalmente compuestos por botellas pet, bolsas de polietileno, aluminio de las latas de cerveza o gaseosa, papel, cobre y otros agregados comercializables
Tarija. - Entre sollozos, Eleuteria Flores, una mujer que vivía hasta antes de la cuarentena de acopiar residuos sólidos para reciclarlos, contó que desde ese día ya no pudieron ingresar al vertedero de Pampa Galana, muchas de ellas deben alimentar a sus hijos, se les acabaron los víveres, y lo único que pidió es que se las ayude con comida.
Ella es una entre las 72 personas que integran la asociación Mujeres en Acción Recicladoras por el Medio Ambiente Tarija (Marmat) que se encarga de clasificar esos desechos principalmente compuestos por botellas Pet, bolsas de nylon, el aluminio de las latas de cerveza o gaseosa, papel, cobre, además de otros agregados comercializables.
Son un grupo donde la mayoría son madres solteras, algunas de la tercera edad, aunque también integran un grupo de ocho varones, en el que se encuentran universitarios que con esas labores se ayudaban en sus estudios.
“No tenemos donde ir a quien pedir -dijo-, estamos en una situación crítica, perjudicadas, ya no entramos a trabajar, tenemos niños, los precios de la canasta familiar están altos, tanto las verduras, víveres, aceite arroz, ya no estamos en posibilidades de poder comprar, no por nosotras, sino por los niños”.
En algún momento, se sostuvieron con la colaboración de sus compañeras, pero desde que empezó el encierro tiene pocas posibilidades para salir, si bien tiene seis hijos, solo tres viven con ella, los otros se independizaron y formaron sus familias, el mayor de 25 años trabajaba en la construcción, el siguiente de 18 estudia en la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho, pero quién más le preocupa es el niño de siete años.
“Los chicos y yo podemos aguantarnos, estar con té y lo que haya, pero tengo un hijito de siete años que no se le puede decir que se aguante”, agregó. Los mayores tampoco pueden ir a trabajar, no pueden salir a ningún lago, los días en los que es posible tampoco lo hacen porque no tienen dinero y compran lo que les alcanza.
El poco dinero que puede juntar proviene de los huevos que ponen las gallinas que tiene y lo hace por su zona, el barrio próximo al vertedero. Reiteró su pedido a las autoridades a que los ayuden con alimentos para las madres solteras, ancianas y ancianos, jóvenes solos “especialmente para los chicos”.
AGRESTE
El vertedero de Pampa Galana es un lugar agreste cuyo olor es sentido desde varios centenares de metros antes de llegar al lugar, muchas de las familias que se dedican al reciclaje viven en sus alrededores como el barrio del mismo nombre, el Artesanal, La Merced, y comunidades cercanas.
Por su parte, otra mujer que vive de realizar esta actividad, María Salazar, –. con la voz quebrada – expresó la misma angustia por no saber qué hacer ya que los ingresos diarios que eran su sustento de vida, se acabaron, aunque admitió que también es necesario cuidarse y guardar el encierro de la cuarentena.
“Por la pandemia también debemos cuidarnos entre nosotras, por suerte, ahorita, de salud estamos bien, gracias a Dios – subrayó -, es la alimentación nuestra mayor preocupación porque no sabemos qué vamos a hacer, realmente hay mujeres con hijos pequeños y no sabemos de dónde vamos a sacar dinero, no tenemos un sueldo, se vive de lo que se recicla al día”.
Contó que entre sus compañeras se envían mensajes y la manera de ayudarse, pero que no se puede ni salir, “estamos con las manos cortadas”. Pidió a las autoridades municipales y departamentales que por favor se acuerden de ellas, solo les es necesario que les otorguen alimentos, también para los varones que se encuentran en la misma situación.
“No sé cómo vamos a hacer – afirmó entre suspiros -, algunas somos padre y madre para nuestros hijos, necesitamos que se pongan la mano al corazón, por favor hagan algo, no tenemos ya dinero, nadie los ayuda, reciclamos y esa es nuestra vida, hay viudas, mujeres de la tercera edad, víveres, eso no más pedimos”.
Entretanto, la presidenta de Marmat, Justina Choque Huanaco, apuntó que algunas no pudieron comercializar lo que acopiaron porque la situación las “pescó” desprevenidas y se quedaron sin dinero. Respecto a la salud, todas se encuentran bien y no se reportó ninguna resfriada.
Apuntó que lo ideal sería que las autoridades otorguen una canasta alimentaria a cada familia para que los niños no pasen hambre. “Los adultos podemos pasar con un poco de coca o un vaso de agua, pero los niños necesitan alimentarse”, pidió a las instituciones que las conocen, se acuerden del grupo en momentos en que “la están pasando muy difícil”. (El País digital)