Los datos económicos que son presagiados en todo el planeta no son alentadores, sin embargo toda crisis se debe mitigar con voluntad y el talento humano, buscando el bien general; la gravedad de este momento no impone otra salida que la unidad. La crisis actual producto del COVID-19 obliga al Estado orientar sus esfuerzos en la aplicación de líneas estratégicas en las siguientes fases:
La primera: SOBREVIVENCIA, a cortísimo plazo el objetivo es salvar vidas, y esto se relaciona con la salud y la alimentación, que está encarando el gobierno de la presidenta Jeanine Áñez, poniendo el esfuerzo en la aplicación efectiva de protocolos de protección y adquisición de materiales de bioseguridad, sin descuidar la habilitación de espacios de tratamiento y recuperación. Así mismo, el gobierno está aplicando un plan de asistencia humanitaria a través de la otorgación oportuna de “bonos” en un intento para mantener el nivel de vida de todas las familias.
La segunda fase es: RECUPERACIÓN económica; Después de salvar vidas, buscar la forma de salvar y producir empleos, procurando una necesaria liquidez para que nadie se quede atrás. Es importante dinamizar la producción, apresurando las gestiones de un fondo económico mediante créditos internacionales, como ya lo viene haciendo el actual gobierno, con el fin de formalizar la creación de más fuentes de trabajo, aplicando al mismo tiempo medidas de rentas básicas para que la gente pueda seguir sobreviviendo, sin perder de vista que las empresas son fundamentales en el actual sistema de economía social de mercado.
La tercera fase: RECONSTRUCCIÓN de la economía, a medio y largo plazo preparar mejor nuestra economía para aguantar la crisis y afrontar el futuro en mejores condiciones (esta situación debe ser respondida en los tres niveles del Estado). Para el efecto se requiere de una estrategia conjunta basada en un pacto nacional, entre el gobierno, empresarios, trabajadores y los agentes sociales del Estado, incluyendo a la clase políica, para fijar directrices y definir el rumbo de la economía; la posición debe ser ni nacionalizar por ideología ni privatizar por el oportunismo de grandes inversores, quienes llegan “agazapados” esperando que la crisis llegue a un nivel de suelo muy inferior al de ahora, para comprar las empresas estratégicas a precio mínimo o de remate. La clave es un pacto productivo social para dinamizar un modelo económico de crecimiento social con equidad, fortaleciendo la moneda nacional, asimismo, dinamizar más al sector petrolero y ejecutar una efectiva recaudación tributaria, cuadrando siempre entre el gasto y los ingresos. En la aplicación de estas medidas de contención, el Estado debe estar bien organizado con personal experto más que de confianza, porque las crisis se solucionan con talento humano. El fin no es SOBREVIVIR al virus, el fin es proteger el tejido económico y social, para evitar sumergirnos en una terrible recesión. En esta crisis la clase política no debe considerarse oposición, sino que deben aportar como líderes para dar coordenadas de aliento y soporte a la sociedad.
El autor es Abogado, Cnl (SP), profesor universitario.
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