En estos tiempos de "quedarse en casa" como consigna de supervivencia frente al espantoso avance de este virus, tan pequeño, menos de un milésimo de milímetro y, sin embargo, tan poderoso y duro en sus consecuencias, que tiene de rodillas a los países más avanzados, donde hay miles de muertos como resultado de su ataque, el pasatiempo que queda para muchísima gente es la lectura.
Perplejidades de fin de siglo, es un pequeño libro de Mario Benedetti, Editorial Sudamericana S.A., 1993, pequeño en volumen, pero gigante en su contenido. Son sus artículos, crónicas y conferencias del periodo 1960 a 1993.
En su artículo "La paz o la aceptación del otro", debate la idea de que "no es obligatorio definir la paz por lo que no es; también se la puede definir por lo que efectivamente es. La paz es, por ejemplo, el consentimiento (y hasta la comprensión de las contradicciones), y en consecuencia, la aceptación de la otherness, o la otredad, esa índole de lo que piensa, siente y es el otro".
En "Los propietarios de la libertad" contrasta las ideas de las naciones que supuestamente son las que provocan la guerra y arrasan naciones, frente a otras que, a título de defender naciones, en el fondo resultan los invasores. Un ejemplo claro es el contraste en la actitud de Estados Unidos frente "al hoy satanizado stalinismo, ya que, después de todo, eran tropas de Stalin las que iban a aguantar el peso del ejército nazi en Leningrado. ¿Serían acaso los procedimientos de Stalin, en esa etapa de la historia del Siglo XX, sana y dulcemente democráticos? ¿O simplemente ocurriría que al pragmatismo de los Estados Unidos no le venía mal mantenerse, por un buen lapso, al margen de la lid en tanto que la Maginot mostraba su inutilidad y los británicos y soviéticos ponían los muertos?".
El contraste es notorio cuando: "la guerra pasó, sin que ningún centímetro de territorio norteamericano sufriera bombardeos. Tras superar largamente los hornos crematorios de Hitler con las ciudades hornos de Hiroshima y Nagasaki los Estados Unidos elaboraron planes de muy distinto signo (Marshall para Europa; Camelot para América Latina) y, para su organizado asombro, aquellos prestigiosos intelectuales siguieron siendo, aun después de derrotado el fascismo, más antifascistas que pro yanquis".
En su artículo "La náusea panameña" escribe: "señalar que las agresiones de Estados Unidos contra América Latina suman varias decenas, no constituye por cierto una revelación. Quizás algún lector veterano recuerde que en 1962 el entonces secretario de Estado, Dean Rusk, presentó a la sesión conjunta del Comité Senatorial de Relaciones Exteriores y Fuerzas Armadas, una pormenorizada lista de las intervenciones norteamericanas en el extranjero. En esa relación se detallan las 169 intervenciones efectuadas por los Estados Unidos entre 1798 y 1945. O sea, un número considerablemente mayor que las llevadas a cabo, a través de los siglos, por Gengis Kan, Alejandro Magno, Julio César, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Napoleón, Hitler, Mussolini y Stalin, todos juntos".
Con los anteriores ejemplos claramente se aprecia la opinión que tiene nuestro autor sobre el rol de los Estados Unidos en la política mundial.
Para concluir este breve repaso de algunos de los temas que toca Benedetti en esta colección de artículos sobre diversos temas de la sociedad y el mundo, brevemente me referiré a "La profunda frivolidad". Señala: "la frivolidad, proverbial atributo del ser humano, ayuda a veces a oxigenar la vida, a ejercitar la vocación lúdica que cada uno debe y puede descubrir en sí mismo. La frivolidad es por lo general una provincia de la alegría, pero no viceversa". Basta para recordarnos que, en nuestro país, somos cultores de este término, como nos lo recuerdan periódicamente las diferentes festividades a lo largo del año y de la geografía nacional.
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