El gobierno de Evo Morales-García Linera S. A. se caracterizó por actitudes circenses y declaraciones risibles que hicieron considerar a Bolivia como algo ridículo y hasta increíble en todo el mundo. Por ejemplo, Evo Morales confirmó que no le gustaba leer; Álvaro García Linera afirmó que la sociedad boliviana marcha del presente al pasado y que el sol iba a desaparecer; mientras David Choquehuanca aseguró que las piedras tienen sexo y se reproducen; el ministro Luis Arce Catacora juraba que la economía estaba blindada, y los diputados y senadores del MAS negaban que el tiempo es irreversible… y así difundían una interminable cadena de absurdos inolvidables.
Pero el caso más curioso fue el del ex canciller Choquehuanca (hoy candidato a la vicepresidencia) que inventó, para asombro mundial, (en acuerdo con Evo Morales), que hacer marchar al revés las manecillas del reloj del Congreso de la plaza Murillo era la última novedad del pensamiento y que debía ser practicada en todo el planeta. Así, esos gobernantes y sus adláteres intentaron burlarse del pueblo boliviano, aunque el proyecto fracasó en lo que se refiere a querer desconocer las leyes del desarrollo social y de la física.
Pero como la vida no retrocede y la sociedad avanza siempre, al ser puestos en práctica esos argumentos, fracasaron en absoluto, excepto el caso del reloj de la plaza Murillo que no ha dejado de funcionar para atrás porque sigue en “propiedad” de la mayoría masista del Órgano Legislativo. En consecuencia sigue la ilusión utópica de que el país retrocederá a la teoría populista de García Linera, que se puede retroceder al tiempo primitivo de la comunidad y la esclavitud para llegar al paraíso socialista, que fracasó en todo el mundo.
El dogmatismo populista que orienta al partido MAS de Evo, Álvaro y David Choquehuanca niega, en esa forma, que el tiempo tiene carácter objetivo. Es más, esos teóricos dicen que el tiempo y el espacio dependen de la conciencia del individuo y se originan en la contemplación de los sentidos, proposición del pensamiento de Choquehuanca que, además, asegura que tiempo y espacio son abstracciones que solo existen en la conciencia del hombre, cuando, de lo contrario, son formas de la existencia de la materia. Así, esas apreciaciones metafísicas de los ideólogos del MAS solo existen en la imaginación de sus autores y, por tanto, niegan el carácter objetivo del tiempo y del espacio, ambas categorías inseparables de la realidad.
Pero los platónicos filósofos masistas llegan más allá en sus elucubraciones y consideran que el tiempo es reversible, vale decir que el desarrollo se produce del presente al pasado, en una sola dirección, lo que les llevó a imponer, a su gusto y capricho, que giren hacia atrás las manecillas del reloj del edificio de la Asamblea Plurinacional con el fin innegable que la opinión pública acepte su absurda idea sobre el tiempo y convertir la verdad en mentira, fórmula ideológica del matemático y geómetra García Linera. Es más, nuestros sabios ilusionistas predican otros absurdos e identifican el espacio con el vacío, al cual consideran como algo absoluto y que fluye de manera uniforme y eterna, vieja representación desechada por la física moderna y que no se la toma en cuenta ni en la educación primaria y menos en la universitaria.
Se puede considerar que de esos sueños obtusos nacieron las políticas del gobierno populista del MAS, que fueron aplicadas no solo en el caso del reloj del Congreso, sino también en todos los demás.
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