La pandemia del corona virus que afecta a casi todo el mundo va a tener una duración de varios meses más, es decir hasta que se haga comercial una vacuna para evitar el contagio, mientras tanto hay que convivir con el virus.
Una de las resultantes de la pandemia, además de la cantidad de enfermos y la lamentable mortalidad de algunas personas infectadas, es la parálisis de la actividad económica, la misma que un Estado como el nuestro ha de producir efectos catastróficos, considerando, además, que el anterior gobierno nos dejó un cuadro de crisis con déficit fiscal, déficit de la balanza de pagos, elevada deuda externa e interna, alto índice de desempleo y reducción de las reservas de divisas.
En nuestra realidad, más del 70% de la población económicamente activa está en la economía informal, es decir que no tiene un salario fijo, no tiene acceso a la seguridad social de corto y largo plazo, es decir que trabaja para subsistir al día.
La parálisis del aparato productivo y de servicios ha de determinar un cuadro de aguda crisis económica con resultante social, parecida a las crisis del año 1956, que se superó con el plan Eder “estabilización económica”, y la de la UDP con los decretos 21.060 y 21.660.
El gobierno llamado de transición debe tomar ya medidas para encarar la crisis económica que se viene, con la misma energía con la que combate a la pandemia, y comenzar por eliminar la exagerada burocracia del aparato del Estado. Con reducción de salarios de todos los que dependen del Tesoro público. Eliminación de todos los gastos superfluos que abultan el gasto corriente, como viajes al exterior e interior, vales de gasolina, supernumerarios. Reducir las entidades creadas por el populismo, como agencias y oficinas que hacen competencia a las actividades privadas, como seguros, turismo, etc.
Reconvertir ese excedente de empleados, llevándolos al sistema cooperativo y productivo en otras actividades rentables. Reducir la inversión en obras públicas que no sean las estrictamente necesarias y pasar al sector privado o cooperativo las empresas deficitarias que fueron creadas demagógicamente por el anterior gobierno.
Muchas de las medidas que sugerimos fueron tomadas para superar la hiperinflación de 1985, y tuvieron éxito, así como fueron aplicadas en 1956.
De no encararse prontamente medidas heroicas que liquiden las posibilidades del despilfarro y descontrol del gasto público de los catorce años de populismo, entraremos en un cuadro de aguda crisis económica que nos llevará al caos social.
Compatibilizar la emergencia sanitaria con el reordenamiento del aparato productivo y de servicios, es el reto de la hora actual, más tarde será difícil y de elevado costo social.
El autor es abogado, politólogo y escritor.
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