Clepsidra
En medio del sepulcral silencio que reinaba en esta capital la noche del pasado domingo 10 de mayo, en estricta observancia de su ciudadanía a la cuarentena dispuesta por las autoridades gubernamentales, en diferentes laderas de La Paz se escuchó el estallido de cuetillos, petardos, toque de cacerolas, y uno que otro disparo de arma de fuego, que se mimetizaba en esa batahola.
Al decir de algunas fuentes, dicha actividad estuvo convocada por militantes del Movimiento al Socialismo (MAS), a través de las redes sociales, con la consigna “Elecciones ya”, y con el beneplácito y aquiescencia del prófugo Jefazo. De ser cierta dicha afirmación, ella nos ratifica la vocación insensible de esa tienda política, ante la pandemia que asola al país y al mundo.
Confirmando esta aserción, el pasado 30 de abril, la presidenta del Senado, Eva Copa, encabezando la decisión de la mayoría parlamentaria del MAS, promulgó la Ley 1.297, que en su artículo 2 establece: “en el ejercicio de sus atribuciones, el Tribunal Supremo Electoral fijará la nueva fecha para la jornada de votación de las elecciones generales 2020, que deberá efectuarse en un plazo máximo de noventa (90) días computables a partir del 3 de mayo”, o sea, el domingo 2 de agosto de 2020, consagrado al “día del Indio” por el MNR.
Ante semejante actitud cínica, el gobierno pareciera mostrarse inerme, o lo que es peor, muy complaciente, pues nos expone a que dichos chantajes creen hábito y permitan a estos facinerosos tomar cuenta de nuestra existencia, con mayor furia que el Covid-19 y, sin darnos cuenta, pasemos de los inocentes cuetillos y cacerolazos a los consabidos bombazos que acostumbran sembrar, para poner de rodillas al pueblo y a sus autoridades, como ocurrió en Colombia o México.
Resulta pues hasta absurdo, que luego de estar guardando una cuarentena por más de dos meses, aceptemos siquiera la peregrina idea de convocar a elecciones, cuando el techo de la casa se está desmoronando. Estamos ante la disyuntiva de elegir entre un virus letal y un equipo de corruptos que durante 14 años nos expoliaron y ahora pretenden volver, más no devolver. No es posible que, después de haber matado al tigre, nos aterroricemos ante el cuero.
Es preciso que la presidenta Áñez se deje de miramientos con esa mala oposición que pretende socavar, a toda costa, los cimientos de su gobierno, sin respetar siquiera las medidas de cuarentena impuestas para preservar la salud y seguridad de todos los bolivianos, tal es el caso reciente del botadero de Kara Kara, en Cochabamba, donde se evidencia, palmariamente, la complicidad de los secuaces del líder cocalero, con la consiguiente organización y financiamiento de los hechos.
Entretanto, volviendo a la citada interrupción del sueño de los paceños con cuetillos y cacerolazos, bien vale la pena suponer que dichas manifestaciones se debieron sólo a tres celebraciones: el día del periodista; el homenaje al Colegio Alemán en su fecha de creación; y/o finalmente, el natalicio del General Banzer y su divisa de orden, paz y trabajo. De todos modos, sólo pudieron tratarse de petardazos nostálgicos.
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