Según análisis PNUD
Dentro el escenario de lucha contra la pandemia por el Covid-19, el comercio informal en los países en desarrollo, como Bolivia, sufrirá varios impactos. En esa línea han comenzado a surgir diferentes propuestas, sobre cómo operar en estas circunstancias, sin embargo, no todas se ajustan a nuestra realidad, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
De acuerdo con la organización internacional ha llegado el momento de pensar cómo atacar problemas de fondo, como la precariedad de un sistema sanitario que no acompañó el crecimiento demográfico de las últimas décadas, la falta de información desagregada y georreferenciada, por ejemplo, de pobreza, los trabajos por cuenta propia y la proporción de la economía informal (70/30) que a pesar de tasas de crecimiento económico sostenidas, no ha avanzado hacia escenarios de formalización.
La información proporcionada por el PNUD, señala que a nivel sudamericano Bolivia encabeza el ranking de empleo, razón por la que el sector informal de la economía alcanzó en 2018 un 73.2% y con una representación mayor de mujeres (75.2%) que de hombres (71.5%) en la mayoría de los países, exceptuando Brasil y Uruguay.
Estas proporciones para Bolivia –sostiene el informe– cobran más interés y preocupan cuando después de lustros de crecimiento económico las mismas no lograron una reducción considerable y más al contrario la economía informal ha ido en aumento y se ha consolidado como una dinámica estructural.
Con miras a la alineación a los resultados, se utiliza la definición sencilla de informalidad según la ocupación desempeñada y el tipo de administración del lugar donde trabajan las personas. En Bolivia más de siete de cada diez hombres y similar proporción de mujeres en edades entre los 20 – 54 años están ocupadas en la economía informal (considerando solamente actividades lícitas).
Se precisa que dos de cada diez personas tienen educación terciaria, con un sesgo en favor de los hombres que se aprecia mucho mejor en el nivel de educación secundaria completa, donde la brecha es casi de seis puntos porcentuales.
También, casi un 40% de los trabajadores informales pertenece al estrato de ingresos medio vulnerable y un 20% al estrato bajo, por lo que se trata de un grupo amplio y frágil al mismo tiempo, que no ha alcanzado a obtener todos los derechos sociales en un sentido multidimensional, lo que ha empujado a muchos a optar por inserciones laborales precarias sin el goce de prestaciones sociales.
Asimismo, se puntualiza que en el área urbana tres de cada diez personas trabajan en la venta al por mayor y menor, una de cada diez en trasportes y almacenamiento, en la industria manufacturera, en la construcción y en servicios de alojamiento y comida; en total estas actividades concentran a siete de cada diez personas.