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Actividades académicas en la formación universitaria basadas en las modalidades alternativas

Mario Zárate

“...la Pedagogía incluye el hecho que la concepción de saber y cultura está inmersa y determinada por circunstancias sociales, económicas y políticas; por ello la organización educativa partirá de la concepción que se tenga del hombre, de la sociedad y del mundo…” (Gustavo Moreno, 2017; pág. 49).

La educación en Bolivia se paralizó desde mediados de marzo. A dos meses de la paralización de las actividades académicas y el decreto de cuarentena nacional por el COVID- 19 se han realizado muchas acciones de cambio ante la coyuntura. Con la pandemia se evidenciaron tanto fortalezas como debilidades del Sistema Educativo Plurinacional. No obstante, las fortalezas se ignoraron por las autoridades transitorias del actual régimen, porque ellos quieren ser los fundadores de lo nuevo. Mientras que las debilidades surgieron a borbotones y que no ayudan a salir a flote. En el sistema regular, docentes, padres de familia y estudiantes se han ocupado de capacitarse en el manejo de las plataformas virtuales y están en el intento de salvar la gestión académica. Y en el ámbito universitario el interrogante es: ¿cómo retornar a las actividades académicas en la formación universitaria desde las modalidades alternativas de educación? Previo una reflexión se asume que las actividades académicas en el ámbito universitario pueden retomarse a partir de cuatro acciones institucionales, de manera urgente: la motivación, la capacitación, la voluntad y la reglamentación.

En relación con la motivación, la pregunta es: ¿cómo involucrar en las modalidades alternativas de educación a toda la comunidad universitaria? Ciertamente debemos enfatizar en la motivación intrínseca y en la Responsabilidad Social Universitaria. Con la primera se logra que las personas se impulsen a hacer cosas por el simple gusto de hacerlas, y es que nace del propio individuo la formación profesional y la contribución que puede representar para el país una persona con formación académica. Por ejemplo, en la actual coyuntura se ve la necesidad y el requerimiento de expertos y especialistas en las distintas áreas. Con la segunda, se está consciente que todos los miembros de la comunidad universitaria deben coadyuvar para que la Universidad asuma su Responsabilidad Social, como un modelo de ser y hacer universidad integral y transversal, que pueda inspirar a las personas conducir la planificación, orientar políticas públicas y privadas a nivel nacional y que estas tengan un impacto social positivo.

Con respecto a la capacitación, la pregunta es: ¿cuál es el modelo educativo que sustenta la formación universitaria basadas en las modalidades alternativas de educación? La práctica docente universitaria debe y tiene que ser coherente con las necesidades, expectativas y problemáticas de la sociedad y el perfil profesional que ofrece la universidad y que la tiene como encargo social. En ese sentido, para no caer en la improvisación es necesario posicionarse en un modelo educativo, en este caso, el modelo conectivista de la educación. A partir de esta mirada podemos establecer ¿Qué tipo de estudiantes tenemos en el aula virtual? ¿Cuál es la concepción de aprendizaje que guía el proceso educativo? ¿Cuál es la concepción de contenido? ¿Cómo y cuál es el sistema de evaluación? Todo bajo el paraguas del modelo educativo propuesto. La capacitación debe estar dirigida tanto a docentes como a estudiantes en el manejo de las Tecnologías de la Información y Comunicación en el marco de la comprensión de la educación conectivista, con el fin de que el proceso educativo desarrollado sea coherente.

En relación con la voluntad, la pregunta es: ¿cuál es el compromiso de los docentes para que velen por la calidad educativa en y con las modalidades alternativas de educación? En esta perspectiva se tiene que subrayar la acepción de voluntad como: “la aptitud de decidir y ordenar la propia conducta…” Es bastante conocida que varias reformas educativas en nuestro país han fracasado por falta de voluntad y compromiso de los operadores del currículo: los maestros. Y en el ámbito universitario, en el marco de la libertad de cátedra, no es la excepción. No obstante, se tienen los recursos humanos capacitados que pueden contribuir a desarrollar un proceso educativo más ecuánime y equitativo con la entrega y compromiso de sus docentes. Lo importante es rescatar a esos profesionales, expertos, que tiene el “knowledge” para impulsar acciones educativas mirando hacia nuevos horizontes de la educación universitaria.

Con respecto a la reglamentación, la pregunta es: ¿cuáles van a ser las “reglas de juego” en las nuevas modalidades alternativas de educación? En los diferentes niveles de educación del Sistema Educativo Plurinacional existen reglamentos para la buena convivencia entre los diferentes actores, en este caso, del proceso educativo. Este debe estar en consonancia al modelo educativo asumido por la universidad para la coherencia en la acción educativa y no cometer errores como el hecho de decir: “…que las clases virtuales sólo son de apoyo…”. En ese sentido, la reglamentación debe considerar el modelo educativo de la institución universitaria, los alcances, la organización y administración pedagógica del aula virtual, las funciones de las unidades de educación con modalidades alternativas, las responsabilidades de los docentes, los materiales didácticos, las responsabilidades de los estudiantes, el sistema de evaluación, y otros aspectos inherentes a esta modalidad. Para una adecuada organización pedagógica es necesario contar con las “reglas de juego” claras y transparentes.

En conclusión, las actividades académicas universitarias pueden encararse con cuatro acciones institucionales: motivación, capacitación, voluntad y reglamentación. Ciertamente, la práctica docente en el ámbito universitario viene de la mano del perfil profesional de una carrera y la Responsabilidad Social Universitaria que tiene la institución de educación superior para con la sociedad. En esa perspectiva, el posicionamiento pedagógico es esencial para brindar una educación de calidad, con calidez, equitativa y coherente. Además, el compromiso docente es fundamental para llevar a cabo un modelo pedagógico acorde a la coyuntura que se vive en nuestro país. Todo enmarcado en las reglas de juego de las actividades académicas basadas en las modalidades alternativas de educación que dependen de la conectividad.

El autor es psicopedagogo y docente universitario.

 
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