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[Manfredo Kempff]

Jeanine Áñez en el puzle político


Sabemos que la situación política está complicada como complicados estamos todos. Además, entendemos que nadie quiere oír hablar mucho de política, preocupados por la peste amarilla. El MAS está desesperado por recuperar el poder a toda costa y los “derechistas” imploran porque el señor Evo Morales venga a Bolivia, solo si es para que lo encierren en una celda. El MAS tiene a su candidato mágico, el malabarista despilfarrador Arce Catacora, y los anti-masistas a varios: Jeanine Áñez, Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho, Tuto Quiroga, el Dr. Chi y otros tal vez.

Por tanto, el problema nos preocupa a la mayoría de los bolivianos: el MAS tiene un candidato y la llamada “derecha” tiene varios. Y, de acuerdo con la Constitución, si un candidato ronda por el 40% podría ganar en primera vuelta; mejor si, además, le favorece la Ley Electoral, como es el caso del MAS y las famosas jurisdicciones. Los de la “derecha” (ni sospechan lo que es la verdadera derecha) tienen, por lo menos cinco candidatos, de donde ninguno podrá ni soñar con el 40%, peor si van cerrilmente separados.

El MAS que haga lo que quiera, porque, personalmente, lo único que me interesa es que no gane, que no retorne al poder. Sin embargo, con la otra candidatura, con aquel estadista que sea capaz de desterrar al MAS y a Evo Morales, por los próximos cinco años, me siento comprometido. Sugerí el voto por Carlos Mesa en octubre pasado, porque era el único que le podía ganar a Morales, como sucedió, si no hubiera sido por el fraude. Ahora hay que ver quién derrota al falso Mandrake de las finanzas, Arce Catacora. En plena plaga del Coronavirus la gente no está muy dispuesta a pensar en política. Eso es lo razonable y las elecciones no deben precipitarse bajo la presión del MAS. Si el nuevo mandatario (o mandataria) asume antes de Navidad estaría bien y si es después de Año Nuevo, no importa. Lo que importa es que haya elecciones limpias, con gran asistencia, y que sean plenamente confiables para la ciudadanía.

Hasta hace un mes, la candidatura de Jeanine Áñez gozaba de muy buena salud, su conducción parecía atinada, y tenía popularidad entre la población. Pero resulta muy complicado hacerse cargo de una nación quebrada económicamente, arruinada por la anarquía reinante, y que, en porra, aparezca el Coronavirus.

A esto se sumaron las denuncias sobre pagos indebidos en ENTEL, otros asuntos extraños en YPFB, unos comentarios malignos sobre el mal uso de aviones de la Fuerza Aérea, y terminó explotando como un trueno el negociado de los respiradores españoles. Todo para que los falsos inquisidores de mil fechorías echaran el grito al cielo.

La popularidad de la Presidente cayó. Siempre la popularidad es pasajera, sube como la espuma, eleva al individuo cerca del cielo, y luego por nada, por cualquier cosa, cesa silenciosamente, se va, y deja solo al personaje. Ni el injusto maltrato al ministro Navajas, a cambio de perdón por el fraude de los respiradores, le ha servido al Gobierno ni a la señora Áñez.

Ahora a la Presidente no le queda otra que elegir entre echar un pie atrás en su candidatura, como era su primera encomienda de noviembre pasado, y dedicarse íntegramente a democratizar el país y derrotar a la peste que nos tiene encerrados a todos, o decide gobernar de verdad, asumiendo riesgos y responsabilidades sin asustarse ante las críticas de sus opositores. En síntesis: o anuncia que se retira de la puja electoral y deja espacios libres para quienes quieran desterrar decididamente al MAS o le planta cara a Evo Morales, a su candidato el señor Arce, y a los parlamentarios y magistrados masistas, que ya han comenzado a hacer de las suyas.

Puede tener la seguridad la señora Jeanine Áñez y el Gobierno actual, que no tenemos nada en su contra y que, por el contrario, somos reconocidos por haber concretado la revolución de las “pititas” que impulsó Luis Fernando Camacho desde Santa Cruz. Sin embargo, nos preocupa que el MAS levante cabeza y que vuelva a sus andanzas y ante eso queremos un candidato firme, que le gane.

 
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