Economía de palabras
Los cocaleros de Yungas estaban preocupados porque la cuarentena les impedía llevar la coca a los mercados del país, hasta que encontraron una solución: van a aplicar todos los protocolos de bioseguridad.
Los camiones serán desinfectados con estrictos criterios de asepsia y los productores deberán cumplir con exigencias parecidas en el proceso de secado de las hojas y cuando se convierten en grandes “taques” que van a viajar a todo el país.
Lo extraño, lo misterioso, es que los cocaleros del Chapare no han hecho nada parecido, como si no les interesara vender la coca que producen.
Esto, por supuesto, tiene una explicación que todos los bolivianos saben muy bien: la coca del Chapare sólo sirve para fabricar droga. Este hecho de ahora viene a demostrar que eso es así. Los chapareños no venden coca, sino sus derivados.
Lo que lleva a admitir que la ley aprobada por el gobierno del cocalero Morales, por la que se legalizan los cocales de esa zona, estuvo inspirada en los intereses del narcotráfico: estaba dando plena legalidad a la materia prima que usa esa industria, que está prohibida en el país y en el mundo.
Una ley que viola preceptos básicos de la Constitución pero sobre todo convenios internacionales suscritos por Bolivia para la lucha contra el narcotráfico, lucha que ahora se asocia al combate contra el terrorismo.
Habrá de derogar esa ley y al mismo tiempo hacer un estudio serio sobre la cantidad real de hojas de coca que se requiere para el consumo tradicional en el país.
El experto Franklin Alcaraz calcula que el consumo tradicional de la hoja de coca sería atendido con solamente 6.000 hectáreas de cocales, en lugar de las 24.000 que figuran en las estadísticas oficiales, aunque todos sepan que llegan a 36.000.
Ahora que el mundo se encamina hacia una nueva “revolución agrícola” en la que será privilegiada la producción de alimentos, destinar la tierra del Chapare a producir frutas o verduras podría ayudar a que Bolivia se convierta en un proveedor de alimentos para toda la región.
Lo que ha hecho esta pandemia es mostrar que los países mejor plantados para el futuro son aquellos que tienen vocación agrícola para producir alimentos.
Dicen los expertos que muchos empleos van a desaparecer en el mundo de manera irreversible, menos los que estén en el sector agrícola, pero para producir alimentos. La tierra se va a revalorizar.
Los chapareños, que habitan la región con la mejor tierra de Bolivia, tendrían que mostrar al país y al mundo que pueden librarse de la esclavitud que sufren ahora debido a la coca, y no tendrían más padrinos mafiosos que incluso los explotan políticamente.
Una buena oportunidad para el Chapare.
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