Cambios que todos deberemos aceptar

Es una realidad que, al término del coronavirus que se ha convertido en tragedia para toda la humanidad, habrá cambios notables en los comportamientos de la sociedad humana; será más que difícil pretender que todo siga igual, que la vida continúe sin variante alguna, como si todo lo ocurrido hubiese sido un sueño. Nadie en su sano juicio podrá sustraerse de las experiencias vividas, que se las sentirá en el tiempo que reste de vida. Nadie, en la experiencia de los últimos cien años, había tenido oportunidad de pasar por todos los fenómenos acontecidos y muy especialmente por los sufrimientos habidos y menos podrá restañar las heridas dejadas por la tragedia.

Pretender olvidar lo ocurrido en este tiempo es casi imposible, porque el impacto de todo quedará indeleble en la vida de cada ser humano; por supuesto, en grado mayor en quienes hayan sufrido los embates de la enfermedad que no solamente dejó cicatrices en las víctimas directas sino en quienes hayan sido parte de su entorno. En cada familia quedará la sensación de haber vivido una especie de pesadilla porque lo que ocurre con cualquiera de sus miembros deja causas o motivos para rememorar hechos y circunstancias: unos, dignos de mantenerse en el recuerdo y otros son, por ingratos o lo que sea negativo, propios del olvido.

Medir o sopesar lo ocurrido en el mundo y en el medio propio de cada persona o conjunto de ellas, no siempre será fácil; pero, en todo caso, este tiempo ha escrito las páginas de una historia que concierne a todos y que en la vida del planeta quedará grabado como hechos que dejan caudales de experiencias y recuerdos. Lo más importante en todo caso es que lo ocurrido es parte de una buena parte de la vida de la humanidad, una parte que nadie en el pasado ha experimentado, salvo remembranzas de guerras y hechos luctuosos que han lastimado y dejado cicatrices difíciles de restañar.