En 2020 el Producto Interno Bruto (PIB) de Alemania se estima que se reduzca un 8%, Francia 10%, España 15%, Italia 18% y Grecia 15% por el menor consumo y los mayores déficits. Según el WP: “Si no se apronta un rescate financiero, Italia es probable que tenga que abandonar el euro”. Ahora, para lidiar con una contracción económica exacerbada por los estragos del Covid-19, las 27 naciones de la unión monetaria del euro (UE), de marginación de fronteras con Schengen, sin haber llegado todavía a una unión política unitaria dadas las diferencias histórico-culturales manifiestas en los diferentes idiomas, y la adopción del inglés como lengua franca, resultado de la Segunda Guerra Mundial y que ahora solo Irlanda tiene como nativo, las naciones de la UE lidian con la crisis en forma independiente: cerrando fronteras, recurriendo a anémicos presupuestos nacionales, todo en medio de acusaciones mutuas de ausencia de solidaridad.
“La liga de la frugalidad” (Austria y Holanda) expresaron sus resquemores ante la necesidad de ayudar a España e Italia. Ni hablar de la reciente decisión de la Corte Constitucional Alemana de oponerse al programa de créditos del Banco Central Europeo, aprobado con anterioridad a la llegada del virus, para ayudar a países de la UE con problemas. Así, el 17 de abril el Parlamento Europeo (PE) adopta una Resolución sobre la estrategia europea de lucha contra la pandemia y por la recuperación... a fin de solventar los costos sanitarios y de obstrucción al libre tránsito en el espacio Schengen, y los costos de confidencialidad ante la adopción de tecnologías de rastreo de contagios. El 14 y 15 de mayo el PE delinea una Estrategia europea para la recuperación y transformación de la UE que incluye créditos para estabilizar empresas y comprar deuda pública a largo plazo por parte del Banco Central Europeo hasta un monto equivalente al 8% del PIB de la UE, además de emisión de Bonos de Recuperación. Según el HuffIngton Post: se trata de elevar el gasto hasta el 2% del PIB o eu2 billones en los próximos 7 años (2 trillones, en la jerga estadounidense). ¿Suficiente? Acaso no.
Entonces, el 18 de mayo y ante una crisis que no admite culpables, la canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anuncian la creación de un nuevo mecanismo financiero por el que los 27 países miembros garantizan 500 mil millones de euros en bonos de los que se recaudaría lo suficiente en efectivo para financiar la recuperación de las economías de Italia y España dañadas por el virus. Crucial es que los recursos sean concesiones y no préstamos de modo que no signifiquen deudas adicionales de los dos países ya muy endeudados.
Para Alemania, que es la que más arriesga, esto representa un giro que no ha de caer bien a la Corte Constitucional Alemana et.al. que ya se opuso a financiar nada de los fiscalmente indisciplinados miembros del sur de Europa, posición que Merkel secundó en 2012. Pero la posibilidad de desmembramientos de la UE, el Brexit, la inquietud de la población del sur del Europa, el distanciamiento de EEUU, más la angurria de poder político de Rusia y China, plateados por Macron, persuadieron a la canciller alemana. La verdad es que el monto aludido por Merkel-Macron es ínfimo en comparación con los billones que barajan casi diariamente los políticos y banqueros centrales. De tener éxito, la iniciativa pasaría a la historia como la que consolidó la federación política europea, hoy, más necesaria que nunca.
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