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[Alejandro Mallea]

La verdad, aunque duela

Fábula de ratas y ratoncitos


El presente relato en forma de fábula es parte de la última historia socialista de nuestra patria.

Después de la huida de la rata mayor (el “indiecito”, bautizado así con cariño por su padrino Hugo), con optimismo el pueblo boliviano esperaba que aquellos actos y escándalos de corrupción que sucedieron durante 14 años sean cuestión del pasado. La decepción es general, cuando en los últimos 6 meses, inmoralidades y escándalos son frecuentes en el actual gobierno.

Expondré estos acontecimientos sin ambages ni inclinación política. Recordemos que durante los años gobernados por el socialismo artero, nuestro país ha vivido un auge económico que, en monto aproximado, alcanza a los 500.000 millones de $US, provenientes de la venta de recursos naturales existentes en nuestro territorio.

Esa bonanza económica ha sido el motivo para que los obcecados masistas machacaran despectivamente: “tenemos una economía blindada, similar a cualquier potencia mundial”, todo ello gracias al desempeño “impecable” del “Indiecito” y el “Chuquiagu Boy”, un dúo envidiable y apetecido por cualquier organización mundial dedicada a la delincuencia.

Para recordar, el dinero mencionado fue despilfarrado de la manera más irracional, durante todo el mandato del narcisista, astuto, aferrado al poder…, quien obligó a sus compinches a subliminar su imagen, llegando al ridículo de nombrarse el mesías del Siglo XXI. El costo de dicha campaña es aproximadamente de 1.000 millones de $US.

La gobernación de los falsos socialistas fue planificada y comandada por no más de 50 personas, distribuidas sigilosamente en todos los poderes del Estado. Por lógica la M.A.E. se concentraba en los dueños de la billetera, asesorados por científicos izquierdistas de los que emanaban todas las instrucciones políticas, económicas y sociales de la “organización” que a la postre subyugó a nuestro pueblo.

Los mandamientos más importantes del “clan” fueron: 1) Venerar sobre todas las cosas al número uno. 2) La CPE y la Democracia están por debajo de “sus reglas”. 3) La dignidad de los bolivianos es un invento del imperialismo.

Con estos y otros preceptos han adormecido al pueblo hasta el oprobio. Los más damnificados (o supuestamente “beneficiados”) fueron los marginales, es decir los habitantes de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, las comunidades interculturales y afro bolivianas, a quienes han sobornado con migajas. Los trasladan a las capitales de departamentos para “mendigar y reinsertarlos” en la sociedad para reforzar la creciente economía informal. Los utilizan como marchistas y aplaudidores en sus concentraciones y los hacen votar por el azul en elecciones.

Este proceso para ellos se denomina “cero analfabetismo y reducción de la pobreza”. Ese cambio social fue ejecutado en secreto, por 2.000 adoctrinadores, entre “médicos”, profesores, voluntarios y mercenarios de distintas nacionalidades socialistas, quienes percibían un salario de 800 $US mensuales. Repasando aritmética, durante toda la gestión ese trabajito ha costado a nuestro pueblo tan solo 2.688 millones de $US.

Ahora viene lo interesante, recordemos que del apogeo económico queda un saldo de 497.000 millones de dólares. Suponiendo que ese dinero fue “generosamente” distribuido a 4 poderes, de la siguiente manera: Ejecutivo 30%, Legislativo 30%, Judicial, Militar y Policial 20% y propagandistas, cocaleros, mineros, sindicalistas, Bartolinas y otros 20%, entonces concluyo:

El Ejecutivo con 149.000 millones de $US a disposición del Indiecito, el Chuquiagu Boy, el Matemático, el Camionero, y 200 camaradas, a cada uno le corresponde disponer a su albedrío una tajada de 750 millones de $US, siempre que la distribución fuera equitativa.

Con la misma cantidad de dinero otro espectáculo delictivo se protagonizó en el Legislativo, hoy liderado por Eva Copa, con otros socios, la repartija se supone que fue acorde a sus antecedentes rotunos. Ese modelo de administración de dinero se ejecutó para los demás sectores mencionados.

En esos tiempos idos, los camaradas del Legislativo, por convicción, nada fiscalizaron y nunca se enteraron de los millonarios viajes del “Indiecito”, de las compras millonarias, desde satélites hasta alfileres de oro, que fueron hechas en todas las instituciones que manejaron ratas adiestradas, como en la construcción de gigantescos puertos y helipuertos, suntuosas edificaciones, inmuebles, casas de campo, museos, monumentos particulares, carreteras clandestinas en el oriente y el trópico cochabambino, todo por el “vivir bien”. Jamás se enteraron de que en el Ministerio de Tierras se ha loteado gratuitamente alrededor de 1/2 millón de Km2, con destino desconocido. Por aversión no me refiero al “Cártel del Indiecito”, porque ese es un tema de alta traición al pueblo boliviano. Hasta aquí, las ratas salieron millonarias y contentas.

Entran en escena los ratoncitos comandados por Jeanine y otros ratoncitos orientales. Con cándida inocencia se arrimaron con las ratas y sucede lo siguiente: Por instrucciones del “Indiecito”, el Legislativo debe “fiscalizar” todos los movimientos de los ratoncitos, en ese afán descubren corrupción de flamantes ministros y jefes de importantes reparticiones, viajes de placer de familiares de gobernantes, y recientemente sobre precio de 3 milloncitos de $US en la compra de respiradores.

Las ratas, heridas en su amor propio, dan el grito al cielo, porque según ellas “jamás en su vida vieron lo que están viendo”, a punto están de renunciar a sus cargos. Con cinismo declaran que no aguantan la cloaca donde habitaron durante 14 años. No olvidemos que las ratas siempre están hambrientas. En esa oportunidad se vivió la pandemia del hurto, y ahora se viene la pandemia de la miseria.

Moralejas: El que perdona muere; Nunca te acuestes con tu enemigo, porque te sacará los ojos…

¿Hasta cuándo, Dios, los bolivianos estaremos rodeados de ratas y ratoncitos?

El autor es Docente Universitario.

almamor2003@hotmail.com

 
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