Crónicas de kolla
E. Gerardo Mallea Valle
El tránsito por calles de la Europa señorial nos lleva a sumergirnos en largos siglos de Historia, matizada y contradictoria a la vez. Sin embargo, para la óptica de un latinoamericano que encuentra eslabones históricos entre América y el Viejo mundo, encierra hechos de profunda consternación y dolor.
Uno de los hechos más degradantes e inhumanos que se evidencia y que Europa mantuvo en silencio hasta unos años atrás, fue la creación de zoológicos humanos en donde se exhibía, enjauladas, a distintas etnias, para satisfacción visual del apetito voraz del morbo europeo. Seres humanos cuyo estigma fue ser indígenas originarios; y a quienes se arrebató con violencia de su entorno existencial para introducirlos en la afiebrada y descalabrada sociedad “blanca”, ansiosa de espectáculo.
Los promotores de espectáculos, motivados por esa necesidad, cambiaron el rumbo y enfilaron ruta al nuevo mundo en busca del filón de riqueza que aguardaba. La historia nos documenta, como uno de los principales personajes, al tristemente célebre Carl Hagenbeck, empresario de avaricia repugnante que estableció nexos comerciales que permitieron el flujo inhumano desde aproximadamente el año 1870 a 1930. Los afectados por este tráfico (hasta donde sabemos) son etnias como los kawésqar, mapuches, tehuelches, selk´man (onas), alacalufes, yaganes, negros y filipinos.
Se los exhibió por distintas ciudades europeas, en las condiciones más degradantes, ignominiosas y abominables que el ser humano pueda soportar. Considerados como supuestos caníbales, les arrojaban carne cruda de caballo; los mantenían sucios y sin posibilidades de higiene, para que tuvieran la apariencia de salvajes, simplemente por el afán de lucro.
El tráfico de estos desdichados, tanto en su desplazamiento como en su estadía, generó muchas muertes y aun sus cadáveres fueron objeto de la avidez de la ciencia occidental para efectuar las autopsias más insólitas.
Si bien este pasaje breve de la historia de los indígenas originarios en zoológicos europeos es una evidencia execrable de la inmundicia humana; no es menos abominable la particular condición de los indígenas en Bolivia antes y después de la república. Es decir, el abuso y la explotación por parte de los españoles y el posterior atropello y despotismo de una oligarquía criolla gobernante en el país.
El término “carne de cañón” se hace extenso en todo el entramado de nuestra historia, en donde el indígena es el protagonista principal y el menos beneficiado. Sin ir muy lejos, mencionaremos a Pablo Zárate, el “Temible Willca”, sin cuya participación no hubiera sido posible el desenlace de la guerra civil a favor de ciertos intereses políticos en desmedro de otros. La carta enviada en 1896 desde Taraco al Cnel. José Manuel Pando muestra la afinidad del “Willca” con su movimiento, solicitándole con respeto la reivindicación de las tierras. El final es el mismo, Zárate ejecutado y los indígenas utilizados, postergados y humillados. La historia boliviana está plagada de episodios dramáticos semejantes y reiterativos.
El devenir de los años nos remonta al momento preciso de la caótica historia de Bolivia, en donde un joven sindicalista, Evo Morales Ayma, de extracción indígena, asume tras años de lucha la Presidencia de la República. La esperanza es latente en los indígenas, los sectores más desprotegidos lanzan proclamas. El país, cansado de viejos dinosaurios políticos, asume la nueva identidad presidencial con el reto de llevar al país a logros más equitativos. Los originarios del continente se ven identificados con el indio Morales y nuestra América morena establece un hito histórico.
Nada más equivocados, el tiempo, juez implacable, nos demuestra lo contrario; si bien se logra la visibilización de los indígenas; la corrupción y la mentira son el auténtico motor que impulsa a Morales y el MAS por su envilecido cauce. Es cierto, ya no se ve indígenas enjaulados en Europa, ahora están enjaulados en una ideología secante y muy dogmática; exhibiéndose en las calles de la ciudad; incitados por el promotor del espectáculo político más repudiable de nuestros tiempos, generando acciones salvajes incomprensibles para la razón humana.
Se cumplió la agorera predicción de Atahuallpa antes de su muerte. “De aquí a un Pachacuti vendrá un indio a matar a los indios”; y no podemos sustraernos de la carta muy sentida de la nación Qhara Qhara tras 41 días de caminata, que reza en un fragmento dirigido a Evo Morales: “Con gran pesar te decimos, ¿dónde te perdiste? ¿Por qué no vives dentro de los preceptos ancestrales que nos dicen que debemos respetar el muyo? Sólo una vez debemos gobernar. ¿Por qué has prostituido a nuestra Pacha Mama? ¿Por qué mandaste a quemar la Chiquitania? ¿Por qué maltrataste a nuestros hermanos indígenas en Chaparina, en Tariquía? Recuerda, ahora eres tú quien no nos deja ingresar a la plaza Murillo, como en los tiempos de la Colonia”.
El camino de los originarios hacia una reconciliación con el país se hace difícil mientras la consigna del infame dictador Morales sea el envilecimiento del poder y la reclusión de muchos bolivianos en la doctrina masista.
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