Indudablemente en toda ciudad hay numerosos problemas. Esto acontece en todo el mundo. Pero cerrar los ojos o hacerse de la vista gorda ante esa preocupante realidad de ninguna manera es la solución. Entre esos muchos y variados infortunios tenemos el de aquella gente identificada como “los habitantes de la calle”. Mientras esta pandemia que aflige se mantiene, ellos al parecer no han merecido la atención de las autoridades. En otras urbes, como Bogotá, Colombia, tomaron pruebas a casi 40 sujetos, de los 900 que moran en las vías públicas, y pudieron establecer que 20 de ellos eran portadores del coronavirus, los cuales hoy son objeto de tratamiento. Éstos ambulaban hasta antes como “potenciales bombas de tiempo”, y de no ser la preocupación de las autoridades sanitarias hubiese derivado en contagios generalizados, dijeron.
¿En nuestra ciudad se tiene un registro de cuánta gente vive en situación de calle? Los vemos trajinar a diario de un lugar a otro; el vecino únicamente los califica como “locos”, bebedores consuetudinarios, vagabundos… ¿Quién debiera ocuparse de ellos; les hicieron pruebas del covid-19; de qué se alimentan? De un modo u otro se trata de capital humano con el que cuenta en este caso la sociedad paceña, por lo cual merecen la atención para su regeneración y reinserción social, algo que por cierto no es fácil, pero hay que enfrentarlo.
Otra de las “pandemias” que se volverá a ver en toda vía pública es la basura que dejan los comerciantes. Digamos que durante los meses transcurridos se le dio un respiro a la metrópoli, dado que todos debieron acatar la cuarentena obligatoria. Para nadie es desconocido que quienes están asentados en las aceras y parte de las calzadas, son los mismos que arrojan en forma desvergonzada lo que no les sirve, como bolsas de nylon, cartones, cajones, cáscaras de productos agropecuarios, envases y restos de comida, papel higiénico utilizado, botellas, pañales, trapos inservibles, etc. A modo de ejemplo, lo que sucede en las inmediaciones de la plazuela Eguino, Murillo, Illampu, es patente. La comuna tiene que hacer campañas para “concientizarlos”, a fin de que recojan en bolsas sus desechos sólidos y los depositen en el contenedor próximo. Asimismo el fijar multas pecuniarias para quienes incurren en ese atentado contra el aseo y el ornato urbano, al parecer podría ser necesario.
Otro problema es el que tiene que ver con las mascotas. Sus dueños las sacan a las calles, puesto que los animalitos también se estresan al estar encerrados. Pero ellos tienen que ser responsables: portar una bolsa de nylon, papel higiénico, y alzar las heces fecales que dejan sus canes. Al respecto otra campaña de “concientización” no estaría por demás, así como el anuncio de multas a la gente que incumpla con esa obligación. Ya no se tiene que tolerar semejante descuido de la mayor parte de propietarios de quiltros, que solo muestran desconsideración y falta de respeto. Si de un modo u otro se dio un respiro a la capital, “sin querer queriendo”, es tiempo de que unos y otros modifiquen sus malos hábitos. Así tendremos una ciudad más limpia y agradable. ¿No le parece?
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