Economía de palabras
El expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé logró que The Economist publique una carta suya en que propone que en Bolivia se llame a una asamblea constituyente para reformar la CPE dejada por el cocalero Morales.
No se sabe cuánta influencia pueda tener ese semanario en la opinión de los bolivianos, pero el expresidente debe sentirse orgulloso de que una carta suya haya sido publicada por tan prestigiosa revista.
Estas ideas debían haber llegado cuando el país estaba pariendo una nueva realidad, pero el expresidente estaba en ese momento sirviendo a otros afanes. Lo que faltó fue un estratega que propusiera en noviembre, cuando el cocalero huía despavorido de las “pititas” que había despreciado, un mecanismo capaz de reconocer a esa revolución el valor fundacional, constituyente, que lo tenía.
En lugar de eso, los estrategas de pacotilla que se enfrentaron al MAS después de la derrota del cocalero sólo atinaron a hacer concesiones porque, dijeron, había que evitar el riesgo de una guerra civil.
Y pensar que la guerra civil había concluido cuando el avión militar mexicano partió del Chapare llevándose al derrotado que solo atinó a pedir que se hiciera una escala en Asunción para recoger unos pesos de sus socios paraguayos. Los vehículos que llevan caudales desfilaron en el aeropuerto paraguayo antes de que decolara el avión, esta vez rumbo a México.
Pero todo eso pasó. La revolución de las “pititas” produjo el milagro de expulsar del gobierno y del país al dictador cocalero que se proponía permanecer en el cargo hasta 2035, como el chino Xi Jimping.
La constituyente que propone Rodríguez Veltzé tendría que eliminar el ridículo de llamar a Bolivia “Estado plurinacional” porque tiene 36 “naciones” aborígenes, aunque una de ellas es de un pueblo que está en Bolivia seis meses y los otros seis meses en Paraguay, porque son pescadores.
Si Jimping quisiera hacer lo mismo en China, tendría que juntar a los delegados de unas 10.000 naciones que viven en las 3.000 provincias de ese gigantesco país. Pero él prefiere avanzar, con tanques o lo que sea, para construir una nación china, algo que se propusieron varias dinastías, incluida la que inauguró Mao.
Aparte de hacer esas correcciones de apariencia, la constituyente tendría que definir temas importantes, como el que quedó pendiente, de las autonomías, que fueron pasadas por aguas por el MAS, hasta diluirlas del todo.
Y de allí a decidir si se adopta el federalismo, una fórmula que podría servir para reducir el centralismo, que fue llevado al extremo superlativo por el cocalero.
Y corregir las distorsiones de las leyes electorales, reducir el tamaño del Estado, definir si el narcotráfico tendrá o no carta de ciudadanía, como quería el cocalero.
Rodríguez Veltzé propone acabar con el “presidencialismo”. Esperemos que entre los lectores de The Economist encuentre algunos bolivianos que suscriban ese pedido. Yo me anoto, aunque no soy suscriptor.
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