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[Manfredo Kempff]

Elecciones precipitadas


Justamente el martes pasado, día en que se contabilizaron 33 nuevos fallecidos y 460 contagiados por el coronavirus, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció un acuerdo –dizque con todos los partidos políticos– para realizar elecciones el próximo 6 de septiembre. No es que nos opongamos a que se realicen comicios, tampoco a que nos olvidemos de la peste, sino que antes existen algunos asuntos urgentes que se debe aclarar.

Cómo no vamos a escribir sobre política si en plena plaga los masistas quieren llevarnos a elecciones, acordando, además, ellos mismos la fecha, como si no hubieran cometido pecado alguno con el fraude de octubre último. Es que hay que tener cara para intentar amedrentar al Ejecutivo a través de la Asamblea bajo su dominio y que ni se diga nada del TSE, que, para asombro, tendrá que consultar con la Asamblea masista el proyecto de ley electoral que ha inspirado el propio MAS. Para colmo, importantes jefes políticos –no todos como dice el TSE– aceptaron este acuerdo que no parece oportuno y que sorprendió a la ciudadanía.

Además de la plaga virósica que no cesa y que, peor, se vigoriza en estos días, el TSE debería, primero, pasarle la factura al MAS, por los más de 400 millones de bolivianos que hicieron malgastar al Tesoro al desconocer el resultado del 21-F en 2016 y al haber obligado a anular las elecciones fraudulentas de octubre pasado, haciéndole perder al país institucionalidad y dinero, en una acción netamente gansteril. El TSE debió recurrir a la ley para sancionar al MAS inhabilitándolo de participar en los comicios que vienen y obligándole a restituir los recursos dilapidados por la descarada trampa que armó. En ningún caso hacer lo contrario y consultarle la fecha de la votación.

Además, antes, el TSE debería preocuparse por revisar y modificar la Ley Electoral vigente, porque es sabido que favorece a los masistas o por lo menos así lo reclaman ardorosamente quienes han investigado la materia. Ir a elecciones sabiendo que los votos rurales están sobrevalorados y que en el campo el MAS no deja actuar libremente a sus oponentes, es un suicidio.

Por tanto, nos hallamos frente a un Evo Morales que continúa limpio de polvo y paja, digitando con destreza los hilos de la política interna, jugando a ratos como ventrílocuo, armando conspiraciones y echando sobre el actual Gobierno toda clase de basura. Los masistas llegan a tal extremo del cinismo, que están enloquecidos en busca de actos dolosos en esta administración, nada más que para hacer comparaciones y afirmar que los actuales gobernantes son tan pillos como fueron ellos. Es obvio que las averías cometidas por el MAS son totalmente inalcanzables y que uno solo de sus negociados turbios supera a todo lo que se le pueda imputar a la presente gestión.

Se produzcan las elecciones el 6 de septiembre o después, nos encontramos con una candidatura masista que para los cruceños resulta difícil de digerir por incompatible. Es el binomio Arce Catacora-Choquehuanca, a todas luces andino-centrista, racista, que, porque tiene gran respaldo en las pobladas masas del occidente, encabeza las posibilidades de triunfo electoral, lo que tiene que preocupar mucho.

Todos los partidos han tratado de conformar sus candidaturas con personajes que representen a collas y cambas o cuando menos a postulantes que no sean del mismo departamento, para dar una mayor participación nacional. Lo ha hecho Mesa con Pedraza, Camacho con Pumari y Áñez con Doria Medina. No obstante, Evo Morales ha designado a dos paceños, pero, además, ambos integristas del pachamamismo, aunque en especial el señor Choquehuanca que en 11 años como canciller no hizo otra cosa que predicar arcanos conceptos ancestrales que causaban estupor e hilaridad.

Nada conviene más a Bolivia que la plena institucionalidad y somos absolutos partidarios de eso, pero de ninguna manera a la zaga de lo que quiera el MAS. Por el contrario, además de la urgente reforma de la Ley Electoral, lo siguiente que se debe hacer, ya en el nuevo gobierno, es convocar a una Asamblea Constituyente para acabar con la payasada del Estado Plurinacional que es un invento foráneo que no ha aportado nada a la unidad de la nación.

 
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