Ojalá que no, pero con el gobierno comunista, totalitario y cautamente capitalista de Pekín, el final de "un territorio, dos sistemas," conformado por China y Hong Kong, es probable que esté llegando a su fin porque el 28 de mayo el parlamento chino aprobó una nueva Ley de Seguridad que criminaliza las recientes protestas de la población de Hong Kong así como sus críticas dirigidas a Pekín. Esto pese al tratado firmado por China y el Reino Unido (RU) en 1984, y aceptado por la ONU, que garantiza a los ciudadanos de Hong Kong, claramente, que el retorno de la zona por parte del RU se basa en: "un territorio común y dos sistemas." Hong Kong tendría autonomía por 50 años, hasta 2047, y gozaría de todas las libertades de una sociedad regida por leyes.
Según Project Syndicate, las relaciones China-Hong Kong comenzaron a deteriorarse cuando Xi Jinping devino presidente en 2013 y adoptó las opresivas tácticas del Leninismo revirtiendo varias políticas progresistas de sus predecesores y del partido comunista chino a efectos de implantar un control detallado de la sociedad china incluyendo el manejo de la economía. Xi copó la sociedad civil y universidades, aplastó la disidencia. Contrario a lo que promete al presidente de EEUU, B. Obama, militariza ilegalmente los atolones e islas del Mar de la China Meridional. Xi encarcela a más de un millón de musulmanes Uyghurs de la provincia de Sinkiang a fin de eliminar su cultura, y recientemente maltrata y hasta liquida a cierta población enferma de Covid-19 en Wuhan... entre otras fechorías y, desde luego, se ensaña con Hong Kong.
Lo que acaba de decidir el Parlamento chino es trémulamente injusto para la heroica población del ex protectorado británico que, recordemos, se libró de los ingleses en 1997. El gobernador inglés saliente C. Potter, recalcó: "La gente de Hong Kong deberá gobernar Hong Kong. Es la promesa. Y ese es su destino inamovible". Quizá haya llegado el momento de hacer cumplir lo pactado sobre todo en términos comerciales, y con alianzas, aunque el envalentonamiento de China ha de ser más intrincado en lo sucesivo si no se le sale al encuentro ahora sobre todo exigentemente.
Pekín comenzó a apretar las clavijas hace más de una semana implementando sendos decretos destinados a desarticular la disensión por lo que los líderes de ésta, ante la presencia del Covid-19, la clara perdida de paciencia del Partido Comunista de Pekín y sus abundantes fuerzas de choque que seguramente están en camino, han concluido que las protestas de los meses recientes ya no surten efecto. La confrontación desigual llevaría a consecuencias todavía más dolorosas para la población y las instituciones. Tampoco levanta el ánimo, aunque sí genera discordia, que el presidente de EEUU dejase sin efecto la "relación especial" de comercio que Hong Kong ha mantenido con Washington hasta ahora. El secretario de finanzas de Hong Kong, Paul Chan Mo-po, dijo el 1 de junio que la decisión estadounidense tendrá poco efecto en la economía de la ciudad. "Debemos afianzar nuestras relaciones con los países europeos y Japón. Dos por ciento de lo que exportamos va a EEUU," concluyó.
Por lo pronto habrá que ver cómo reacciona el RU ahora que el presidente Trump aleja a EEUU del asunto, y que la Unión Europea es historia para Londres. La secuela de la decisión atrabiliaria de Pekín puede ampliarse incluso atacando a Formosa y, como comenta por televisión el ex gobernador C. Potter, el domingo 31 de mayo: "...los siguientes podemos ser nosotros".
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