Hans Dellien S.
El tiempo es una ecuación existencial de alta potencialidad, que nos aplasta después del nacimiento. Y vivir es otra ecuación sin matemáticas, cuando apenas hemos pellizcado la epidermis de Dios, para darnos cuenta que nacer y morir son dos hijos del imperativo teologal de que en el cronos de la existencia, para después de otras transformaciones misteriosas, nos hacemos moléculas de oxígeno, nitrógeno, hidrógeno, carbón, azufre y nos integramos en la naturaleza… y empezar de nuevo.
Allí en los antiguos mares de la protohistoria, las moléculas poli atómicas, ingredientes de la vida, catalizadores por azar o mejor por milagro, unieron en la retorta del Creador sus fuerzas, culminando por la evolución, usando una licencia en el homo hambrienticus, ya que la sapiencia se iluminó a menor velocidad, que su voraz urgencia de comer. Hubo de pasar mucho tiempo antes de descubrirse que los alimentos y el hombre en sus estructuras específicas son idénticos; agua, sal, minerales, proteínas, hidratos de carbono y grasas. Y que la caza y pesca y el cultivo de los alimentos, usando la tierra, así como guardarlos para cuando escaseen, le iba a tomar casi diez mil años.
Hay un parentesco semántico y filológico entre las palabras Hombre, Hembra y hambre, que el destino unió para siempre en el dialéctico pendular de la historia. Si las dos primeras son las estrellas del guión universal, la tercera les acompañará, desorganizando cruelmente las ansias edénicas de la pareja creada a imagen de Dios.
La fruta más cara a la humanidad y de un rol fatalista fue la manzana de Eva, Dios nos facturó la caída “original” -ad eternum. Caín, primogénito de Adán, mató a su hermano bíblico Abel. En medio de un asunto de frutos de la tierra y odio fratricida, Dios apreciaba mejor las ofrendas de Abel; la envidia de Caín hizo el resto. Cuando el pueblo de Dios vagaba perdido en el desierto, un “Maná” caído del cielo evitó que mueran de hambre. Jesús de Nazaret consagró su religión revelada, con el pan y vino Eucarísticos, transustanciación de esos alimentos en cuerpo y sangre de Cristo en la última cena. La única cita bíblica de embriaguez es la de Noé bebiendo vino en su Arca. Marco Polo desde Venecia caminó cuatro años para llegar a Pekín en el Siglo XII (D. de C.) para traer del reino esotérico de Gengis Kan las especias y otros alimentos que lo inmortalizaron.
En el Siglo XVII, Issac Newton, viendo caer una manzana del árbol, descubrió la Ley de gravedad. Cuando Colón, Magallanes y los piratas ingleses durante el Siglo XV iban en busca de las especias de las Indias, aventurándose mar adentro, lograron descubrir nuevos mundos y volvieron sin pimienta, clavo de olor, canela ni azafrán, más el mundo cambió de extensión geográfica. La sal proveniente de los mares antiguos y actuales es mineral vital para la vida, permitió acuñar una forma de pagar su trabajo a los hombres con una pequeña bolsa conteniendo su “salario”.
Pero fue el hambre no solo de alimentos que detonó las revoluciones y cambios, hambre y pobreza caminaron juntos de la mano en la historia. Desde Espartaco (A. de C.) hasta la revolución norteamericana en 1775, hasta la toma de la Bastilla por los pobres en París en 1789, descubrieron que comer y ser libres era los más parecido al edén. Los mexicanos en 1917 clamaban “libertad, justicia y comida” en su “Grito de Dolores”. Y en 1917 los bolcheviques, desde las gélidas estepas siberianas, en sangre real ahogaron el hartazgo zarista y el comunismo marxista, casi realizan un milagro social sin precedentes. Nosotros inscribimos en 1952 la “Revolución Nacional”, cuya proyección está aún vigente, como sus derechos constitucionales, educación, y ser personas sin discriminación desde sus bases. Las predicciones fatalistas de Robert Malthus, sobre demografía y subsistencias en el planeta, no se cumplieron.
Finalmente el ciclo capitalista iniciado en 1785 con la filosofía liberal inglesa, concluye con el neo liberalismo moderno y Francis Fukuyama se encarga de bajar el telón con su obra: “El Fin de la Historia”. En todos los tiempos el hambre ha sido el referéndum social, los pobres no han sufrido tanto por otras causas que por el hambre, este asesino impune ha cobrado más vidas que todas las pestes y guerras de la humanidad. Y hoy veremos si el coronavirus no sobrepasa lo mencionado en este comentario; hasta ahora estamos afrontando una duda catastrófica y escalofriante, hemos sobrepasado los diez mil enfermos y una mortalidad apuntando al millar. Todos estamos muy preocupados y rogando a Dios por su ayuda para sobrevivir, ahora y después. Y cumplió el 7 de junio 334 años de fundación nuestra capital de la Santísima Trinidad, “La Chope Fiesta”.
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