La presencia del coronavirus conlleva una serie de dificultades no solamente para las autoridades sino para los mismos entornos en que se desempeña el mal que no trepida en causar más víctimas porque, así se tenga experiencia por el dolor que se causa con las víctimas, hay personas renuentes a cuidarse y, peor, tienden a ser indisciplinadas; son personas que niegan derecho a las autoridades de regular sus vidas y decirles cómo deben ser sus comportamientos para evitar más contagios. Los ejemplos son patéticos: pobladores de Santa Cruz y El Alto han mostrado no estar dispuestos a cumplir las previsiones para evitar contagios y menos a ser disciplinados; han comprobado que en sus barrios hay desacatos que ya ocasionaron muchas muertes y no hacen mucho para que los habitantes del barrio permanezcan en sus casas, cuiden a sus hijos, usen barbijos, se laven las manos y eviten contactos con otras personas.
¿Qué hacer ante situaciones tan difíciles? ¿Cómo se puede convencer a personas insensibles, contrarias a los derechos ajenos, desamoradas con su familia, pero que exigen que las autoridades solucionen el problema sin que ellos ayuden en algo? En muchos barrios de estas ciudades sus habitantes no tienen conciencia y actúan irresponsablemente ante la cuarentena y presencia del virus que, con seguridad, irá cobrando más víctimas en esos vecindarios o núcleos de poblaciones cercanas.
Evidentemente, hay personas en muchos sitios del país que son renuentes a los cuidados y prevención de contagios, muchas recurren a elementos caseros y las más se niegan a que los médicos las examinen. En casos, hay negativa para permitir el ingreso a domicilios que, con seguridad, albergan a personas ya contagiadas y que requieren atención hospitalaria; no se dan cuenta que están contagiando a familiares y vecinos que viven en el mismo barrio; reportes de autoridades indican que habrían sido agredidas tan solo por pedirles que acudan al médico o a recibir algún medicamento: esto significa que hay irracionalidad, indiferencia e irresponsabilidad con lo que pase; pero, en todo caso, son las primeras en plantear soluciones al gobierno y exigen provisión de alimentos y medicamentos.
La comunidad nacional comprende las múltiples dificultades que deben vencer las autoridades de salud y los municipios; pero no tienen otra salida que continuar su sacrificada labor hasta el extremo de recurrir a la Policía y Fuerzas Armadas para desalojar a personas contagiadas y trasladarlas al hospital cercano: de otro modo, los contagios aumentarán cada día más.
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