En el país, como en casi todo el mundo, vivimos tiempos de la pandemia del coronavirus que está generando problemas económicos. Esto nos obliga a pensar en grandes cambios y no sabemos aún cómo terminarán.
La economía nacional trabaja a medias desde octubre del año pasado, cuando empezaron los problemas por la crisis política que vivimos. No bien salíamos de estos problemas llegó la pandemia que nos tiene paralizados por casi tres meses.
Debido a esta pandemia Bolivia y el mundo enfrentan una recesión. Las economías más grandes del mundo, como Europa, China y EEUU tendrán un crecimiento negativo. En Bolivia, de acuerdo con los reportes del Banco Interamericano de Desarrollo, el Producto Interno Bruto decrecerá este año en un 6%, es decir que tendremos un crecimiento negativo, solo comparable con 1957.
La crisis se acentúa por la baja de los precios del petróleo, gas y commodities. Este año el petróleo tuvo precios negativos.
La inversión pública nacional será menor, la demanda de bienes y servicios decaerá porque el ciudadano busca ahorrar antes que gastar. Se prevé una caída del empleo por el cierre de empresas del comercio, industria, hotelería, turismo, transporte y otras.
Frente a este panorama es importante buscar la reactivación económica del país aplicando una inyección de liquidez, tanto a la oferta como a la demanda. Los empresarios consideran que se necesitará recursos por aproximadamente el 10% del PIB –unos 4.300 millones de dólares-. Estos recursos deben ser invertidos en el sector productivo, como minería, construcción, producción agropecuaria y seguridad alimentaria. Así se preservará el aparato productivo, el empleo y el sistema financiero.
Para llevar adelante el programa de inversiones en el sector público y privado, se debe buscar financiamiento bilateral y multilateral. El Presupuesto General de la Nación 2020 –aprobado por el Legislativo- ya tiene autorizada la emisión de bonos por 1.500 millones de dólares. Además, se necesitará buscar la condonación de nuestra deuda con algunos países como China y otros, y reprogramar el saldo.
El servicio de la deuda externa del país por año es de aproximadamente 1.200 millones de dólares, que con la adecuada condonación y reprogramación permitirá reforzar los fondos de recuperación de la economía y del empleo.
El sector empresarial ha planteado crear un fondo de garantía para transferir liquidez al sector empresarial a través de créditos blandos, con requisitos mínimos para la calificación al financiamiento.
En lo laboral propuso vacaciones colectivas, la pausa laboral, renegociación de contratos laborales así como la modernización del esquema laboral. En lo tributario sugirió eliminar el Impuesto a las Transacciones, disminuir el IVA del 13 al 10 por ciento, permitir el descargo del IVA sin restricciones en todos los rubros.
Es importante fomentar el consumo del producto hecho en Bolivia.
Es en este escenario, cuando el concepto de “agilidad” se torna en el más importante para la organización de las empresas. La agilidad es la capacidad que tiene una organización para renovarse, adaptarse y reconocer rápidamente las oportunidades que se presentan, mejorando su efectividad y productividad en todos los ámbitos y situaciones.
“Agilidad: habilidad para adaptarse al cambio” es el título de una investigación que hizo Great Place to Work, para lo que realizaron entrevistas a 39.552 colaboradores de más de 80 organizaciones de distintos tamaños e industrias. Este trabajo mostró que el 27% de las empresas están trabajando con metodologías ágiles, un 43% no trabaja de esta manera, y un 30% desconoce si en su organización se utiliza este tipo de metodologías.
Nuestras empresas requieran agilidad y tecnología aunque ellas no la estén aplicando aún. Este ejemplo ilustra esta demanda: No solo en el país sino en el mundo entero, atendiendo al sentido común nos quejamos por la ineficacia y falta de agilidad de los gobiernos en resolver esta crisis de salud y económica.
Tanto las empresas comerciales, como las proveedoras y los consumidores están en una etapa de transformación y adaptación para seguir operando en un mundo post coronavirus, que nos obliga a repensar nuevos paradigmas, adecuados a la nueva realidad que empezamos a vivir.
Todos deben tener la capacidad necesaria para adaptarse y transformarse, y de esa forma sobrevivir a esta crisis, con digitalización y la Economía 4.0 del Talento.
Esta nueva realidad post Covid-19 demandará de las empresas sobrevivientes dos cualidades aparentemente contradictorias: Tendrán que ser dinámicas y estables al mismo tiempo. Para esto su organización tendrá que tener una nueva arquitectura, que les permita -gracias a las prácticas dinámicas- responder de manera ágil y rápida todos los desafíos, y al mismo tiempo -gracias a las prácticas estables- tengan garantizados los resultados esperados en digitalización.
La llegada del coronavirus ha cambiado el comportamiento de los consumidores, lo que debe llevar a que las empresas hagan lo propio si no quieren perder clientes.
Ejecutivos de la empresa española Itnove Business Agility Experts señalan que la agilidad y la tecnología tendrán un impacto definitivo cuando sea percibida por todos los actores involucrados como algo que ayuda a resolver problemas de negocio. No se debe renunciar al cambio cultural, pero primero hay que entender de procesos, organización, herramientas e impacto en negocio. La agilidad tiene que basarse tanto en procesos y gestión como en coaching y personas. Sin pretender ningún tono épico, creo que en los siguientes años la agilidad de negocio será fundamental para sobrevivir y no un lujo para innovar.
El autor es Economista, empresario y ahora Presidente de la Cámara Nacional de Comercio.
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