Ante la necesidad de reposición de la cuarentena para combatir al mal del coronavirus no han faltado reacciones de políticos que prefieren la realización de elecciones a tener que atender el problema de una nueva cuarentena. Al respecto, hay conciencia en la misma población de que en todo caso se debe cuidar y respetar al pueblo y su salud puesto que no tomar la medida implicaría multiplicar los contagios hasta un extremo peligroso, inclusive con muertes.
La política partidista parece estar convencida de que nada es más importante que el proceso electoral y que lo demás vendrá por añadidura. La salud de la población es más importante y es el gobierno el que debe destinar todo presupuesto para combatir al Covid-19. Que las elecciones son importantes, nadie lo duda; tampoco que elegir un gobierno constitucional mediante el voto es necesario; pero todo pasa a un plano secundario por las circunstancias tan especiales que nos ha tocado vivir.
Para los partidos políticos y sus candidatos, también deberían ser importantes la salud y fortaleza del pueblo y si están seguros de sus candidaturas, lo que deben hacer es asegurar votantes perfeccionando sus programas y preparando sus campañas con mayores datos y, sobre todo, atenidos a la verdad, que es el mejor presente que pueden ofrecer al pueblo. Oponerse a la cuarentena y preferir que previamente se tenga elecciones no es moral ni está acorde con lo que conviene a la población de cuyo seno saldrán los votantes en el proceso de las urnas.
Cabría entender, por parte de los políticos de oposición, que una forma de cooperar al país, más que al gobierno, es liberando de trancas a partidas de dinero que el Parlamento ha congelado tan solo por cumplir consignas del masismo empeñado en que fracase el gobierno, así sea a costa de que el coronavirus tenga éxito. La competencia partidista tiene que tener como fundamento la decencia y la honestidad, atributos que el masismo jamás ha practicado y ahora encontró la oportunidad para que sus políticas siempre contrarias al gobierno tengan éxito y ello podría ser calificado como delictivo.
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