Economía de palabras
Dice el FMI que la economía de Bolivia podría encogerse este año en 5,9 %, algo que se daría después de ocho décadas, debido a la combinación de dos plagas: la herencia dejada por el MAS y el virus chino.
Cuando se está dando el debate sobre la fecha de las elecciones y el cocalero Morales quiere que se realicen el 6 de septiembre y ni siquiera el virus es capaz de hacerle cambiar de idea, llega la noticia de que Brasil ha decidido suspender sus compras de gas.
En realidad, dice Mauricio Medinaceli, es desde marzo pasado que Brasil ha dejado de comprar gas boliviano, los 14 millones m3/d que debía recibir y que podrían subir hasta 18 millones. Pues no recibe nada. El gasoducto está sin uso.
El otro comprador, Argentina, dice que pedirá un poco más de gas del acordado, pero ese es un negocio que no debería alegrar a nadie, pues el país vecino está en situación de moratoria total, no está pagando sus deudas, comenzando por la que tiene por el gas que ha recibido de Bolivia.
En resumen, que en este momento Bolivia solo le vende gas al único país del mundo que se ha declarado en default, y no paga nada a nadie.
¿Qué pasó con los 310.000 millones de dólares que el país recibió durante el gobierno del cocalero por las exportaciones con precios inflados por los precios? Todo fue robado.
Pero ahora, cuando el gobierno de transición comete el error de comprar respiradores con un sobreprecio de 2 millones de dólares, salta toda la bronca, se lo acusa de ladrón, se llama a la contraloría, a la defensora del pueblo y se anuncia interpelaciones.
Un parlamento que dejó pasar groseros negociados, como el sobreprecio de 250 millones de dólares de los teleféricos de La Paz, como lo denunció el periodista Rafael Archondo, dice ahora que llevará a la cárcel a los culpables del negociado por 2 millones de dólares.
Ni siquiera retrocede ante el anuncio de la empresa vendedora, que ha identificado a funcionarios masistas del Ministerio de Salud.
Si Brasil y Argentina pidieran mayores volúmenes de gas, Bolivia tendría que disculparse porque la producción no daría abasto. Las reservas de gas se cayeron debido a que hubo sobreexplotación y al mismo tiempo no se hizo inversión para encontrar nueva reservas.
Los culpables de todo eso están ahora en el rol de acusadores. Nadie les hace notar que deberían tener un poco de vergüenza.
Y así el país se encamina a unas elecciones en que podrían ganar los responsables del descalabro económico. Quizá sea justo. Que se hagan cargo del desastre que causaron.
El problema es que el país no los puede soportar. Y todos querrían que se los mande a cárcel. Pero ni siquiera eso es posible.
Es, en suma, un desastre total.
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