Cordura y prudencia en manejo financiero

La historia económica de los pueblos muchas veces ha demostrado que las crisis financieras dan lugar a dispendios no pensados; se creyó que la existencia, así sea momentánea, de ayudas o préstamos resulta campo libre para “aprovechar” en la atención de lo que se cree más urgente y prioritario, cuyos resultados no siempre resultaron convenientes. Las finanzas o tenencias de dinero públicas o privadas requieren de tino y mesura, prudencia y sagacidad, respeto y consideración; condiciones imprescindibles para alcanzar éxito; pero premuras o exigencias inmediatas no dejan ver problemas y, en algunos casos, cuando hay dificultades por no haber sido previsores, las consecuencias no son positivas. Estas amargas experiencias las han tenido desde países hasta bancos, entidades financieras y personas.

Ahora, en una situación de graves problemas por la presencia del coronavirus, no sería raro que existan situaciones y condiciones que dan lugar a urgencias, precipitaciones, y cargos “para rendición posterior”, pero los encargados de ello, acuciados por el tiempo y el olvido, no lo hacen a tiempo y se obtiene malos resultados. ¡Cuidado! Eso puede tener consecuencias que acarreen dolores de cabeza por tramoyas y exageraciones de quienes quieren hacer daño.

El gobierno seguramente se ve ante situaciones muy difíciles y complejas, por la limitada existencia de dinero que necesitan, con urgencia, por lo que se requiere tino de quienes manejen partidas y realicen pagos, así como en la extensión oportuna y correcta de facturas y algo muy importante: intervención oportuna de la Contraloría, que es la entidad del Estado que debe controlar y verificar todo ingreso y gasto de los gobiernos y diversas dependencias.

Todos los componentes del gobierno y mucho más los funcionarios que trabajan mucho tiempo, tienen noción perfecta de que sin tino ni prudencia, sin honradez y honestidad, sin tener responsabilidad de lo que se hace, nada puede resultar exitoso y el manejo de dinero es sumamente delicado y requiere de conductas dignas. Ahora, dada la situación, el esmero en tal sentido debe ser mayor, especialmente si se quiere tener éxitos en lo que se pretende hacer, sobre todo teniendo la certeza de que el virus no guarda consideración por nada ni por nadie y avanza con mayor velocidad cuando son cometidos errores, porque éstos alimentan cualquier mal en que tenga que ver el hombre.