William Ferreira, el delantero que se cansó de convertir goles en La Paz, está de vuelta en su Artigas natal. Siempre tuvo claro que cuando terminara su carrera iba a regresar al pago, pero el regreso se adelantó un poco. La salida de Always Ready, su último equipo en Bolivia, no fue la ideal. Por eso piensa seguir jugando para despedirse en la cancha, o fiel a su costumbre, en las redes.
“Fue muy lindo volver. Siempre tuve en mente regresar. Se dio así y estoy contento de poder estar cerca de mis padres con mi señora y mis hijos, después de tanto tiempo. Estoy tratando de disfrutar y de vivir todo lo que por ahí uno no puede hacer cuando está afuera y lejos de los seres queridos”, explicó el delantero de 37 años.
Jugó casi diez años en Bolivia, con algunas idas y vueltas. Lo llevó Gustavo Quinteros, que entonces era el técnico de Bolívar. Acababa de ser Campeón Uruguayo con Defensor Sporting en 2008. “Él recién llegaba a Bolívar y no me conocía, fue todo por un video que le mostraron. En ese tiempo eran así las cosas. Le gustó y decidió llevarme, gracias a Dios salió todo bien. Ya el primer año fuimos campeones y yo salí goleador”, contó.
“Me acuerdo que cuando llegué me llevaron al estadio Siles, porque justo se jugaba un clásico, y sentí el ahogo sólo de caminar. Pensé que iba a ser complicadísimo, pero no lo fue. Me adapté bastante rápido. Creo que me ayudó haber convertido goles ya en los primeros partidos. Eso me dio tranquilidad y confianza, aunque me costara un poco en lo físico”, añadió quien salió goleador del fútbol boliviano en varias oportunidades más. Con humildad lo atribuye a la suerte y al equipo.
"Siempre con esa cuota de suerte que se necesita y con la ayuda de los compañeros que trataban de encontrarme en ese último pase. Nunca fui rápido ni potente, creo que mi virtud es la de la definición y la fui mejorando con los años. En Bolívar siempre estaba tranquilo en ese último instante frente al arquero. Y pude convertir muchísimos goles”.
No tiene que pensar mucho para admitir que lo mejor de su carrera fue en Bolívar al que defendió en tres etapas diferentes. “Bolívar es como mi lugar en el mundo. Como mi otra casa y cada vez que llegaba mentalmente ya era otra cosa. Sabía que ahí iba a rendir. Y siempre me salieron las cosas de maravilla. Fui cinco veces campeón de Bolivia. Y en 2014 llegamos a la semifinal de la Copa Libertadores, que para Bolívar fue impresionante y para mí también”, admitió.
“Cuando era niño soñaba con ser futbolista profesional, se lo decía siempre a mi mamá. Tenía eso en la cabeza con mucha seguridad. Y trabajé muchísimo para lograrlo, pero jamás imaginé que iba a estar tanto tiempo en Bolivia. La idea era jugar seis meses o un año en Bolívar y salir para otro lado, pero me fue siempre bien, hice muchos goles y la hinchada me hizo sentir como en casa”.
NEGRIAZUL. En la temporada 2012-2013 regresó a Uruguay para jugar en Liverpool. Venía de hacer muchísimos goles en Bolívar pero no le fue bien en Belvedere. “No hay una explicación. Liverpool tenía un buen equipo y es un club que te da todo para que no tengas que preocuparte de nada que no sea lo deportivo. Pero son momentos de sequía o capaz que no me sentía con la confianza que siempre tuve en Bolívar. Igual tengo lindos recuerdos de todos los lugares donde estuve porque me crucé con gente muy buena y eso lo valoro muchísimo. El fútbol pasa, pero dejar algo bueno como persona es importante, más allá de que los contratos siempre son por lo que uno hace en la cancha”.
EL PENAL. El año pasado fichó por Always Ready el equipo de El Alto. También hizo muchos goles pero las cosas no resultaron como esperaba. Estrelló un penal en el palo frente a Bolívar y lo mandaron a entrenar a Tercera División. “Fue una situación que nunca había vivido. Me acusaron de bajo rendimiento y era uno de los goleadores del equipo. Todo venía bien, haciendo goles. Pero después que erré el penal- la pelota pegó en el palo y cruzó por el delante del arco, no entró por centímetros- me mandaron a las inferiores donde estuve casi un mes. Al final, rescindimos el contrato de mutuo acuerdo y me volví a Uruguay”.
A Mary, su mujer, la conoció en un baile y llevan toda la vida juntos. Hoy son padres de tres hijos: Gabriela de 20 años, Nahomy de 10 y Prince de cinco años. Ninguno es boliviano. Las dos niñas nacieron en Artigas y el varón en México cuando su papá defendía a los Leones Negros de Guadalajara.
“No soy millonario ni nada por el estilo, pero no me quejo. Algo tengo, finalizó desde el pago.
ILUSIONADO
William no ha dejado el fútbol y sigue entrenando. Es parte del proyecto Artigas Capital que tiene el empresario Rafael Monge. La idea es preparar a un equipo para comenzar a competir en la C.
“Quiero retirarme jugando, dentro de un campo. Antes de que se parara todo por la pandemia estábamos practicando en Artigas Capital, el proyecto de Monge y Mario Saralegui. Estuvimos entrenando como tres semanas, hasta que se paró todo. Es algo muy lindo, ojalá que todo se normalice y se pueda concretar. La idea es arrancar en la C y después ir subiendo. Para Artigas sería algo muy bueno”. (Crédito y foto: Ovación)