Esperanzas que se hacen certezas

Es una realidad de siempre que la humanidad ha salido en múltiples oportunidades de graves contingencias y dificultades; lo hizo con valentía y conciencia de tener que afrontar muchos desafíos de la vida, bajo la premisa de vencer obstáculos o, en caso contrario, seguir en la lucha por sobrevivir. Lo hizo y muchas veces venció, aunque cediendo parte de sí misma, incluso sacrificando lo más caro a su vida y sentimientos relacionados con la familia. Variados e incomprendidos son los pasajes difíciles por los que atravesaron generaciones que, felizmente, dejaron un vergel de enseñanzas y experiencias que sirvieron para que todo tenga mayor avance y concreción en beneficio de ciencias, tecnología y cultura de los pueblos.

Fueron factores decisivos aquellos hombres que con su ciencia, alta cultura, virtudes y principios acrisolados consiguieron muchas veces que lo imposible se haga posible, conforme a la inventiva y necesidades de la humanidad.

Ahora, ante los embates del coronavirus, las generaciones actuales reciben el desafío de enfrentar este mal y otros, para ver qué hacen, cómo lo hacen y cuánto pueden abarcar para lograr condiciones de vida que sean mejores que las existentes en el pasado inmediato. La gran ventaja es que Dios, en su infinita bondad y misericordia, ha dotado al ser humano de infinidad de posibilidades, capacidad y voluntad para alcanzar lo que se proponga, lo que signifique mayor bienestar y práctica de virtudes.

Pero también es el hombre que contrapone a la voluntad del Creador todo lo contrario a los bienes alcanzados, nos referimos a guerras, fabricación, comercio y consumo de drogas ilícitas, delincuencia organizada, contribución a la aparición de enfermedades y muchos otros males que involucran a muchos hombres y hasta países, en detrimento de la mayoría de los seres humanos.