Joan Corominas define el término “idóneo”, derivado del latín idoneus, como «adecuado, apropiado», otros agregan a la definición «apto». Podríamos establecer una diferencia entre el concepto de idóneo como capacidad y condición de posibilidad de ejercicio de una acción determinada, usado como adjetivo, y el término Idóneo con mayúscula, designando la figura de un profesional que se desempeña en una práctica correspondiente y habilitante. La CPE prevé esta condición, al declarar que todos los habitantes «son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad». Esta posibilidad se acentúa en etapas del desarrollo de las formaciones académicas, en la cual la especialidad y el título son inexistentes.
La persona Idónea se caracteriza por contar a su favor con una experiencia suficiente y constante en una práctica determinada. Si bien el Idóneo debe contar con una formación teórica, lo que caracteriza su reconocimiento es su práctica para el ejercicio de un rol determinado. Sin embargo, para su inserción profesional en algunos organismos oficiales el Idóneo deberá someterse a una «prueba de idoneidad», al establecer que «los aspirantes que no posean título básico para la asignatura a la que aspiren» deberán «rendir una prueba de idoneidad, cuya aprobación les permitirá desempeñarse únicamente en interinatos y suplencias», pero que «no genera calificación alguna ni modifica la condición no habilitante del título del aspirante».
En el caso específico del Idóneo, en la mayoría de los casos los profesionales que iniciaron la práctica en nuestro país, contaban con un título profesional. En la mayoría de los casos abandonando o reduciendo al mínimo el ejercicio de la profesión como habilitación para el ingreso especialmente en áreas específicas que exigen elevados conocimientos.
El aspecto más importante de la Idoneidad, con todo, reside en la percepción social en relación con el Idóneo, «el concepto de idoneidad es un concepto subjetivo”. Ningún documento, ningún papel, ningún título da idoneidad. La verdadera legitimación de su saber se encuentra en la práctica profesional diaria. Las recientes creaciones de carreras universitarias, que incluyen las licenciaturas, resolvieron de hecho la problemática del Idóneo con mayúscula, que surgía en esa condición al no tener una referencia académica para su formación, y recurrir a una formación no formal.
Este hecho da un lugar a un discurso de proyecto social, junto a las profesiones reconocidas por la comunidad. Pero, más que nunca, la problemática de la idoneidad profesional, de la aptitud y actitud para el desempeño de un rol, se transformó en un eje de discusión y preocupación. Sabemos que la idoneidad profesional no se sostiene solamente en la constancia de un título, sino en una experiencia que necesariamente se apoya en una ética y moral personal.
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