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Riesgos de vida en el servicio policial

Adrián Barrón Rojas

Es única la experiencia de trabajar en medio de una pandemia mundial como el Covid-19, con base en el apostolado de proteger a la colectividad con la prevención, auxilio, orientación y represión al delito. Esto sin duda requiere de una marcada simpatía por la población, con una concepción firme por la causa humanista, de abnegación, honestidad, sacrificio e hidalguía, al arriesgar la vida de cada policía, y las de sus familiares.

Ahora el riesgo para la salud y la vida de los uniformados es más visible, porque hasta junio del presente año fueron registrados 493 sospechosos de coronavirus, con los siguientes reportes aproximados: Cochabamba 131, La Paz 79, Beni 78, Santa Cruz 66, Chuquisaca 44, Tarija 32, Oruro 23, Potosí 16. Mientras que los casos de positivos por el Covid-19 hasta la misma fecha fueron 558. Santa Cruz con 225 casos, La Paz 99, Beni 77, Cochabamba 75, Oruro 19, Chuquisaca 33, Pando 5. En tanto el número de pacientes recuperados aproximadamente hasta el mismo mes desde que se inició la pandemia llega a 202 casos: La Paz 103, Santa Cruz 85, Oruro 5, Tarija 4, Cochabamba 3 Chuquisaca 1, Pando 1.

Conforme a esos datos podríamos establecer que los casos recuperados solo registran el 36%, en comparación con los portadores del Covid-19, que cubre el 63%, aspecto que genera mayores problemas ante el temor de contagio al desarrollar el trabajo de control, persuasión y detención de infractores. Otro riesgo no registrado es el de casos en los cuales se encuentran familiares de funcionarios policiales, tomando en cuenta que hasta junio se reportó cerca de 30 fallecimientos como consecuencia de la pandemia.

La afección de esta pandemia no otorga otra oportunidad, más aún cuando entre el personal uniformado existen personas que pueden tener bajas las defensas, poseer enfermedades de base e incluso pasar por depresiones, factores que influyen en las defensas del cuerpo humano, lo que se convierte en mayor riesgo. A pesar de ello, los diferentes trabajos planificados a raíz de la pandemia continúan siendo desarrollados, sin alteración en todo el país.

En la actualidad hechos delictivos como robos agravados, robos, estafas, feminicidios, infanticidios, homicidios, entre otros delitos de orden público, continuaron siendo atendidos, pero en menor cantidad. Mientras que patrullajes para intervenir en bloqueos, manifestaciones y buscar mecanismos de persuasión en la población para evitar que se expanda la pandemia, fueron tareas permanentes que aumentaron y recibieron mayor atención, tanto por los medios de comunicación, como por las redes sociales, siendo la prioridad evitar que las personas continúen generando riesgos para su propia integridad y la de sus familias.

De seguro es una experiencia única, donde el peor enemigo que pone en riesgo a la sociedad y por ende a todos los funcionarios de las instancias públicas que realizan su trabajo de resguardar, proteger y hacer patrullaje en las calles, no es un individuo delictivo visible y armado, sino un virus invisible, de alto riesgo, que no solo afecta la salud de quienes están en las calles, sino a cada familia que día a día espera con fe y oración que no se transporte el virus al hogar y menos afecte a gente inocente que corre el mismo riesgo de quienes patrullan las calles.

La pandemia no solo ha puesto al descubierto nuestras debilidades en materia de bioseguridad, sino destapó conductas favorables y desfavorables de la misma sociedad. Y es que si bien muchos buscan mecanismos de seguridad, otros pocos asumen poses de alto riesgo, porque evitan el distanciamiento social, no usan barbijos, guantes, desinfectantes, sin percatarse que afectarán a familias inocentes, a personas de escasos recursos y muy posiblemente ocasionarán la saturación de los centros de salud, con el peligro de dejar en el abandono a sus descendientes, en una crisis mayor de índole económico, social y hasta psicológico.

Enfrentar el virus cuando llega a las filas policiales o a la familia es otro proceso difícil, por lo que se espera que como sociedad modifiquemos nuestros hábitos de higiene, para el bien general.

 
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