Entre las cosas simpáticas que nos trajo la pandemia está la circunstancia de que como temporalmente no hay librerías abiertas, salvo en algunas ciudades de segunda fase, no podemos salir sino para hacer compras de alimentos y así llenar el estómago, los escritores entraron en un rapto de benevolencia y autorizaron bajar de modo virtual algún trabajo del internet, a fin de ampliar el espacio de lectores, ahora que no hay el pretexto de la falta de tiempo. Y, bueno, sí lo consiguieron, ¡aleluya!
De esta manera pude leer la obra Dimensión del Milagro, Antología poética personal, realizada por Homero Carvalho Oliva, editada por la Alcaldía de Lima y Primavera Poética que dirige el poeta peruano Harold Alva. Acción cultural muy interesante, ya que el municipio de la capital del país hermano por su afán de democratizar la difusión de la lectura hizo posible este logro. En nuestro país, esta labor de editar obras está sumida en el olvido por los municipios, embarcados en otras actividades prioritarias debido a aspectos presupuestarios volcados a la salud pública.
La antología hecha por el propio autor resulta sumamente valiosa en la medida en que nadie como él conoce su obra, en letra chica y grande, por supuesto. Claro que si el antologador es otro investigador surge el reparo, varias veces puesto de manifiesto, del carácter subjetivo de la selección. De una u otra modalidad, saldré del trabalenguas, todo es “rojem recah”, que en buen romance las palabras a la inversa significan mejor hacer, sea como sea es lo que cuenta.
Iré a lo propuesto. En la antología de la obra, de entrada Trilogía impresiona al lector con unas cuantas líneas de prosa poética, “Volar: El poema, como el vuelo de las aves, siempre es el viaje, nunca el destino”. La segunda “El vuelo: El vuelo es a las aves lo que el poema a los seres humanos”. Y la tercera, “Palabra sagrada: Una palabra para devolvernos lo sagrado: Ave/ Eva”.
Poesías todas de trazo sencillo y amena lectura, que en lo personal por su gracia y originalidad destacaría dos: Leyenda y Pájaros y versos. En la primera Homero expresa: En mi pueblo/ los peces viven/ en los ojos de los pájaros;/ cuando tienen hambre/ van a la laguna y lagrimean/ cada lágrima contiene un pez;/ luego juegan a pescarlos. Y en la segunda asegura: El poeta Nuno Judice/ afirma que cuando quiso/ escribir sobre un pájaro/ este huyó del verso./ Lo intenté de otra manera:/ sembré semillas en los versos/ y los pájaros vinieron al poema.
Cada uno de los poemas recogidos en la antología tiene su encanto, bajo una impronta personal, cuajada de mariposas, peces, aves, flores, sol, luna, noche y todo cuanto emerge del esplendor de la Naturaleza, que asombra y conmueve la sensibilidad del vate.
Una lección resumida en contra del racismo nos da cuando afirma: Los abuelos de mis abuelos fueron portugueses, indígenas y españoles, ¿acaso importa? Importa el amor que nos legaron.
Durante los años de su vida transcurridos en la ciudad de La Paz, infancia y juventud, asimiló el modo de ser de los verdaderos aimaras, no de los dirigentes embadurnados por la politiquería barata que hacen quedar mal a los nacidos en los Andes, sino los trabajadores que expelen sudor y lágrimas. Todo ello resalta en los poemas extraídos por el autor de su obra Quipus.
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