El terrorismo que jamás descansa parece haber encontrado en el masismo un aliado incondicional porque, sin identificarse, hace que el caudillo de esa tienda partidaria instruya a su militancia para que cometa una serie de actos contrarios a la nación y cuyas consecuencias perjudican al normal desenvolvimiento del gobierno y de la misma colectividad. Observamos actitudes de boicot desde el Legislativo mediante una bancada que, ilógica e ilegalmente, ha sido prorrogada en su mandato que ha fenecido en enero pasado; este grupo causa tantos perjuicios que es difícil cuantificarlos y calificarlos, pero causan inmensos daños al país, inclusive bajo la mirada de la bancada que se le opone, que deja hacer todo. No contentos con el daño inferido desde el Parlamento, ahora se les ocurrió a masistas quemar antenas de comunicación y llevar a cabo acciones que causan graves daños a la población que no solamente vive temerosa de los extremos con el coronavirus sino con la presencia de otros males en la salud del pueblo.
Con la conducta contraria a la nación que asume el masismo, se ha convertido en un arma poderosa del terrorismo que, además, se abre compuertas que le permiten llegar a los peores extremos. La posición de los dirigentes que siguen instrucciones de su caudillo es tan negativa que hasta muchos partidarios del ex dictador se muestran indignados; pero, lamentablemente, nada hay que frene las ambiciones y deseos de venganza que se abriga no solamente contra el actual gobierno sino contra el mismo pueblo.
Lo más lamentable de esta anómala situación es que el gobierno parece estar con “las manos atadas”, que no toma medidas para colocar a todos los que actúan en nombre del ex dictador en manos de la justicia, aunque está visto que este poder del Estado sigue actuando bajo los dictados que obedeció ciegamente durante l4 años, es decir las órdenes y disposiciones de la dictadura. El pueblo se encuentra indefenso ante el accionar del terrorismo que aprovecha cualquier circunstancia para ocasionar perjuicios y mostrarse poderoso. Ante la pasividad demostrada por las autoridades, el pueblo no sabe a qué atenerse y vive pendiente de cualquier desgracia que pudiese ocasionar el masismo que, repetimos, actúa conforme a lo que el terrorismo dispone, porque esa es la voluntad de su caudillo.
El país vive empeñado en combatir al Covid-19 y son muchas las familias que han perdido a sus seres queridos y en la mayoría de los casos miles de personas viven pendientes de lo que pueda ocurrir, y si a ello se debe agregar las amenazas y hechos del terrorismo masista, la dimensión de lo malo no tiene calificativo y la condena general tampoco es tomada en cuenta.
Así como por cualquier enfermedad que padece el pueblo, del mismo modo sufre por los males irrogados por la ambición de quien fue gobernante durante l4 años hasta noviembre del pasado año. Lo peor que puede hacer el gobierno es dejar hacer y dejar pasar; creer que cesarán las acciones contrarias al país por cansancio o cambio de tácticas, tampoco cuenta, porque todo muestra que hay persistencia en hacer daño, en causar los mayores perjuicios al país, en mostrar que “aún se tiene poder para dominar al pueblo”, aunque éste haya mostrado su rechazo en muchas formas y está seguro de no rendirse ante los embates terroristas, porque hay voluntad instintiva en la población de no soportar impunemente ataques y actos terroristas que en algún momento deberían tener respuestas enérgicas por parte de las autoridades.
Finalmente, es conveniente que el gobierno tome en cuenta que el terrorismo es parte indivisible del narcotráfico, las guerrillas, la corrupción y toda acción ilegal; tiene, pues, un accionar directo en todo lo que implica atentar contra la vida de la colectividad y contra las leyes.
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