Crónicas del kolla
E. Gerardo Mallea Valle
Seguimos en la línea del anterior artículo, en donde mencione el advenimiento del Año Nuevo Aymara. Una buena parte de ese acontecimiento alude a la renovación y compromiso del “vivir bien” es decir el Suma q‘amaña; interpretación de una filosofía de vida insertada en la cosmogonía andina. Y que según Xavier Albó habla de una lógica común a muchos pueblos indígenas y originarios.
Su trascendencia es vital e importante para el mundo indígena y originario, tanto que está incluido en la Constitución Política del Estado, vigente en Bolivia desde 2009, donde se reitera el concepto de “vivir bien”, ya en su Preámbulo y en su Título I al señalar los grandes “principios ético-morales de la sociedad plural” (Art. 8). Lo encontramos de nuevo también en otros temas, como el educativo (Art. 80) y el económico (Arts. 306, 313).
¿Qué está detrás de ese concepto? ¿Es útil para una sociedad pluricultural como la boliviana?
Considero que para una identidad cultural como la nuestra, originaria y multiétnica, su aplicación sería apropiada, sin embargo las condiciones actuales no posibilitan una interacción conciencial con la convicción plena de seguir la ruta del Suma q‘amaña. El concepto de “vivir bien” va más allá de la simple interpretación literal, porque el contexto en el que se desenvuelve esta máxima es holística y muy inclusiva, ya que su aplicación está profundamente relacionada con el cosmos, la naturaleza (Pachamama) y el hombre. Sustentada por el “chacha-warmi” rebasa la simple interpretación.
Dos diccionarios recientes (De Lucca 1987, Layme 1994) describen suma como “bonito, hermoso, agradable, bueno, amable”; pero también “precioso, excelente, acabado, perfecto”. Tiene, por tanto, un sentido de plenitud que no se le da en castellano. Y suma jaqi es “buena gente, bondadoso, generoso, que tiene buena voluntad a otro”.
Xavier Albó menciona un documento preparatorio, distribuido por el Ministerio de Planificación del Desarrollo de Bolivia para un Seminario Internacional sobre el Vivir Bien (La Paz, 3-5 de noviembre 2009), propone la siguiente glosa de este concepto:
“El Vivir Bien implica el acceso y disfrute de los bienes materiales en armonía con la naturaleza y las personas. Es la dimensión humana de la realización afectiva y espiritual. Las personas no viven aisladas sino en familia y en un entorno social y de la naturaleza. No se puede Vivir Bien si los demás viven mal o si se daña la naturaleza”.
Si este es el eje sobre el cual deben girar las sociedades y los hombres, y si este es el método que el indigenismo de Morales, Arce y Choquehuanca sustenta con vehemencia, llevando hasta el paroxismo desquiciante a sus acólitos, ¿dónde están los resultados? ¿Dónde está el Suma q‘amaña? ¿Solo es retórica masista?
Hay verdades como puños y un caldo de cultivo efervescente está destrozando nuestro país, hemos llegado a una intransigencia tal, que yo no la había visto en mi vida. La preeminencia de la lucha política adquiere rango de importancia por encima de la vida humana. Las altisonantes y soberbias expresiones de los asambleístas que riman al compás de “Bolivia… lo hacemos por Bolivia” suenan cínicas e hipócritas, mientras centenares de afectados por el COVID 19 llevan su trágico peregrinar mortuorio por hospitales. ¿Qué hay del Suma q‘amaña? ¿En qué lugar del camino se ha olvidado tal principio?
Se ha perdido la dignidad humana a tal grado de vender la moralidad y honradez por un “plato de lentejas”. Se idolatra a un “becerro de oro” como a Dios, enceguecidos por la doctrina ideológica. El equilibrio que da la razón se ha difuminado y nos arrastra a un precipicio, cuyo fondo está plagado de dolor, pobreza y miseria.
La estructura de poder está envilecida y adolece de una patología que parece incurable: la corrupción. La voz del verdadero pueblo clama en el desierto, sin que alguien oiga su lamento ¿Es que lo hemos hecho tan mal, que merecemos este castigo?
La guadaña de las parcas, que ya trabajan insensibles, está lista para la siega y el 6 de septiembre tendrá su buena jornada; simplemente por el afán político. Quienes pretendemos ejercer nuestro derecho iremos como mansos corderos al matadero; ojalá que estos negros nubarrones que se ciernen sobre Bolivia sean abatidos por el viento de la sensatez. Que la prudencia y el equilibrio de un elemental sentido común prime por encima de los oscuros intereses políticos.
La realidad de un Suma q‘amaña es una utopía; pero dejemos que esa utopía exista, porque esto nos permitirá seguir caminando para lograr el Suma q‘amasiña, que es [con]vivir bien, no unos mejor que otros ni a costa de otros.
Madrid, España.
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