La pandemia del Covid-19 sigue asolando nuestro planeta. Hasta los primeros días de este mes se registró en el mundo entero más de 10 millones de afectados y más de 500 mil muertos. Solo en nuestro país los infectados sobrepasaron los 35 mil casos y más de 1.200 muertos.
Los empresarios consideramos que el cuidado de la salud de los bolivianos debe ir a la par del cuidado de la economía nacional. Lo contrario llevará a muchos sectores de la población a infringir las restricciones sanitarias, arriesgando la vida por conseguir el sustento económico necesario.
Reconociendo esta realidad, el gobierno nacional aprobó el 23 de junio pasado el DS 4.272, poniendo en vigencia el Programa Nacional de Reactivación del Empleo, que inyecta 16.000 millones de bolivianos para la generación de nuevas fuentes de trabajo.
Además, entre el 1 de abril y el 30 de junio se efectuaron más de 10 millones de pagos a los beneficiarios de la Renta Dignidad y los bonos Universal, Familia y Canasta Familiar, llegando a las personas más necesitadas.
Los recursos dispuestos para el Plan de Empleo y el pago de estos bonos representan aproximadamente el 10% del PIB.
El plan de emergencia del gobierno crea cuatro fondos de garantía: el Fondo de Reactivación Post-Covid-19 (FORE) con 12.000 millones de bolivianos; el Fondo de Garantía Sectorial (Fogasec) con 1.100 millones; el Fondo de Afianzamiento de Mipymes con 120 millones y el Fondo de Garantía para el Crédito de Vivienda Social y Solidaria con 500 millones.
La aplicación de este plan de emergencia debe ser inmediata. La urgencia exige inmediatez en el accionar del gobierno transitorio.
Como señaló Juan Antonio Morales, prestigioso economista, en el webinar “La economía boliviana en tiempos del Covid-19”, patrocinado por la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, la política macroeconómica, fiscal y monetaria debe apuntar a reducir la brecha del PIB actual con el PIB de largo plazo, para lo que es indispensable el acceso a fuentes externa de financiamiento, lo que permitirá la recuperación de la producción.
Este profesional insistió en que la estabilidad macroeconómica debe asentarse en aspectos más estructurales, como una mayor inversión y una mayor participación privada en la generación del PIB, que permitan reanudar la producción y volver a las fuentes de trabajo, superando cuellos de botella como el transporte, la provisión de materia prima y restablecer los canales de comercialización, evitando las restricciones crediticias.
En la misma webinar, el también economista Fernando Candia recordó que ahora vivimos con mucha incertidumbre, la misma que solo se corregirá con un plan claro y preciso de mediano plazo, que oriente las acciones públicas y las expectativas privadas para corregir los desajustes micro y macro económicos.
En esta tarea hay dos puntos clave: primero la cantidad, destino y calidad del gasto público, y luego el debate técnico que nos lleve a un nuevo régimen cambiario, donde el tema no sea cuánto debe valer el dólar, sino cómo modificar el régimen cambiario y encarar uno nuevo.
La clave de la respuesta nacional ante esta pandemia es identificar a los sectores más afectados que permitan una respuesta focalizada, eligiendo y priorizando sectores que necesitan apoyo, como el exportador, las microempresas y trabajadores por cuenta propia.
A su turno Ramiro Cavero, el tercer economista que participó de la señalada webinar, recordó que la situación económica nacional ya estaba en crisis antes de la llegada del coronavirus, con una gran caída de las exportaciones, elevado déficit fiscal comercial, elevado crecimiento de la deuda externa e interna, dramática caída de las reservas internacionales, desaceleración de la economía.
Esta situación económica ya era insostenible. Si a ello sumamos los problemas generados por el Covid-19 se requiere con urgencia un importante ajuste económico, y para minimizar los efectos se requiere un elevado financiamiento externo.
Según una encuesta de la Cámara Nacional de Industrias, el 75% de las empresas tiene dificultad para pagar sus créditos, el 80% no podrá invertir este año; entre el 80 y 90 por ciento tiene dificultades para pagar sus impuestos, comprar insumos o pagar sueldos; y el 73% se verá obligado a reducir su fuerza laboral.
Ante este panorama, al gobierno de transición le queda dejar un racional nivel de reservas internacionales, de unos 5.500 millones de dólares; una situación financiera tranquila, con liquidez y apoyo patrimonial para que siga prestando apoyo financiero; y fondos en la caja del TGN, que le permita pagar salario y generar empleo, hasta que el nuevo gobierno tenga tiempo para organizarse y ejecutar su plan económico.
Como lo reconocen diversos organismos internacionales, América Latina será una de las regiones más afectadas por la crisis de salud y sus efectos económicos, aunque la recesión no será homogénea entre los países que la integran, señala el estudio “Covid-19 y América Latina y el Caribe: los efectos económicos diferenciales en la región”, del Instituto de Análisis Económico y Social de la Universidad de Alcalá de Henares.
El estudio explica que esta nueva recesión, la mayor crisis económica desde la Gran Depresión de los años 30, atacará a la región por vías como la baja de las exportaciones; la caída en el precio de las materias primas; el desplome del turismo y el transporte de pasajeros y la caída del flujo de remesas.
Para salir de esta crisis de salud y economía debemos trabajar juntos, todos los bolivianos.
El autor es Economista, empresario y ahora Presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Ph.D., miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.
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