En circunstancias próximas a un verdadero contagio explosivo del Covid-19, las previsiones sanitarias de control y contención parecen escasas. Hoy cosechamos el descuido y menosprecio de la salud pública por décadas y, con énfasis negativo, cuando el país disfrutó de ingresos económicos sin precedentes, entre 2008 y 2018, por lo menos. Los epidemiólogos señalan que un factor preventivo y que permite identificar si las personas están contaminadas o no, son las cantidades suficientes de testeos. El país solo contaba en el inicio de la pandemia con dos laboratorios adecuados en La Paz y Santa Cruz. La urgencia de este recurso en los últimos meses ha elevado su número en casi los nueve departamentos con laboratorios de pruebas rápidas, pero que no garantizan un 100% de seguridad.
El Inlasa en La Paz, prácticamente solo, sigue prestando servicios, salvo algún hospital de la CNS, y tampoco se ha dotado al departamento de laboratorios Gene Expert (rápidos). Por otra parte, el departamento contempló una pugna entre la Gobernación y las autoridades centrales por el nombramiento de un director del Sedes. La opinión pública llamó política a esta pugna, problema felizmente zanjado pero que retrasó la toma de medidas de urgencia. Otra situación grave es el cierre de cinco hospitales públicos como el del Tórax, del Niño y otros del complejo de Miraflores por el contagio de numerosos médicos y enfermeras, según se dice por la no dotación de medios de bioseguridad. Es otra omisión del Sedes, al paso que los pacientes de otras patologías se ven perjudicados con el cierre. Este preocupante extremo no se registra en el interior del país.
Aunque hay un nuevo Director del Sedes, no se informa diariamente sobre la evolución del Covid-19 en La Paz. Escasamente se conoce un número genérico de todo el departamento emanado del Ministerio de Salud, mientras la población extraña saber los dígitos por provincias y el correspondiente a la urbe paceña y alteña. La falta de esta información incrementa la desorientación poblacional en medio de la pandemia, esperándose una mejora informativa al respecto.
El Inlasa dice despachar unas 350 pruebas de las 500 que en promedio recibe cada día y explica que también atiende los requerimientos de otros departamentos. Expresa también que emplea de 24 a 36 horas en devolver las pruebas y que este mes de julio y en agosto espera recibir de 600 a 800 exámenes a diario. Esta demanda indudablemente sobrepasará su capacidad. Tampoco hay certidumbre sobre la suficiente entrega de insumos inherentes, pese a las promesas. Hace más de un mes los alcaldes de La Paz y El Alto anunciaron que con recursos propios importarían este determinante elemento, pero ahora guardan silencio. Los entendidos dicen que sin este insumo no se sabe la cantidad evidente de portadores del Covid-19, para poder internar a los sospechosos y contaminados. Sin embargo, considerando la capacidad de recepción de los 2 o 3 hospitales destinados a esta atención, resultan saturados de pacientes con el Covid-19 y no admiten más. Estaríamos en un callejón sin salida.
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