Es incomprensible que haya voces discordantes en un momento de emergencia sanitaria, sin embargo ello no es de extrañar. En plena contienda bélica, de la década de los treinta, del siglo pasado, hubo quienes promovieron el “corralito”, para defenestrar a un dignatario de Estado. Actitud que fue asumida en circunstancias que la soberanía nacional corría peligro. Hecho que fue calificado, posteriormente, como nefasto y vergonzoso.
Algunos políticos, particularmente los que tienen dos tercios predominantes en la Asamblea Legislativa Plurinacional, se asemejan, de una u otra manera, a los “artífices”, del “corralito” del pasado. Es que pretendieron “acorralar” a la presidente de la República, constitucional y no de facto por si haya duda, ejercitando presión, amenaza, movilización, sin medidas de bioseguridad, y atentados terroristas.
Exigieron, entre otras cosas, en momentos que la Patria se debatía entre la vida y muerte, elecciones, inmediatas, de acuerdo con las instrucciones que llegaban desde la Argentina. En circunstancias que las personas morían, por causa del coronavirus, en calles y puertas de nosocomios. Y otros sectores, desesperados de Poder, hicieron coro, alrededor de esos intransigentes.
En nuestros tiempos, matizados por el virus de alcance global, lo prioritario es la vida y lo incidental son las elecciones. Sin vida, no habría elecciones. Y sin éstas, continuaría la vida. Esta última opción despierta expectativa y gana terreno actualmente.
Por consiguiente: nadie sacrificará su vida por elecciones, que obedecen a intereses estrictamente sectarios. Tampoco nadie es partidario de un viaje sin retorno. Todos acarician la vida y repudian la muerte. Aman a la familia, los hijos y nietos, e inclusive al terruño que los vio nacer. Los más y los menos se cuidan del peligro que representa el coronavirus Covid-19.
Hechos que no hicieron mella en el propósito patriótico, democrático y de pacificación, de la presidenta Jeanine Áñez. Y siguió gobernando, para pesar de quienes la odian.
Y seguirá gobernando inspirada en los supremos intereses nacionales. Buscando realizar, en lo posible, los objetivos que contiene el Plan de Reactivación de la Economía, dado a conocer recientemente, con lo cual se propone generar empleo.
Dicho Plan favorecerá, particularmente, al sector agropecuario, de la construcción, del turismo, de las comunicaciones y la minería, con la inyección de un importante monto económico, en la perspectiva de crear mayores fuentes de trabajo y proteger las existentes.
En suma: la desgracia, en vez de unirnos, nos ha fragmentado en dos bandos. Unos adversarios y otros aliados del virus de origen chino. Estas dos fuerzas, plenamente identificadas, compiten, en el escenario de la emergencia sanitaria.
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