Rolando Javier Eduardo Garvizu
Desde el mes pasado los bolivianos volvemos al trabajo, lo que no significará “volver a la normalidad” porque la pandemia del Covid-19 está cambiando --y tal vez para siempre-- muchas de nuestras costumbres.
Para que este retorno a las actividades laborales no se convierta en la causa de un descontrol sanitario, por un incontrolable aumento de contagios que colapsen nuestro sistema sanitario, urge que tanto el gobierno nacional como los departamentales y municipales aprueben los protocolos necesarios para que sean tomados los recaudos en todas las actividades en las que se retorne al trabajo.
Es cierto que la prioridad del gobierno debe ser la salud, pero también debe evitar el desplome de la economía. Precisamente porque el levantar la cuarentena no signifique mayor número de contagiados, en todas las actividades económicas del país se debe tomar los recaudos necesarios para dar garantías tanto a empleados como a clientes y proveedores.
Las organizaciones que deseen reanudar sus actividades laborales deben hacer una cuidadosa evaluación de riesgos, identificando su grado de vulnerabilidad.
Las empresas pueden ser clasificadas en instituciones de muy alto riesgo, como hospitales, funerarias o recolectores de residuos; y de alto, medio y bajo riesgo.
En la evaluación de las empresas se debe priorizar la salud de sus trabajadores, analizando qué actividades podrían realizarse con las técnicas de teletrabajo, cuáles requieren de la presencia física del trabajador, y cuáles las acciones preventivas para minimizar posibles contagios.
Y la tarea de evaluación debe ser encargada a profesionales que cuenten con conocimientos sobre el tema, que preparen el diseño de los planes, políticas y objetivos. Si hay trabajadores en riesgo y no son tomadas las medidas adecuadas, éstos pueden enfermar y convertirse en un foco de infección para otros trabajadores, afectando la productividad y la economía de la empresa.
El tema de la prevención va más allá. Las empresas también deben considerar a sus proveedores y a sus clientes, sin descuidar la gestión de los residuos, especialmente los generados al descartar productos contaminados con el coronavirus.
Si los proveedores de materiales o insumos realizan sus actividades de manera insegura, los procesos de la empresa podrían verse afectados por contagio externo, y llegar a los clientes por contacto personal, consumir alguno de sus productos o usar sus servicios, dañando la imagen empresarial y, por ende, afectando su economía.
El vestirse como “astronauta”, llevar un barbijo o pasar por un túnel de desinfección no son garantías de inmunidad ante el contagio. Al contrario, al dar una falsa idea de protección puede provocar descuidos que deriven en contagios.
Para asegurar el cuidado de las personas se debe considerar muchas variables que no pueden ser ignoradas. Algunos cuidados pueden ser exagerados, otros insuficientes. Solo como ejemplo, en muchas actividades de delivery no se tiene ni idea de cómo minimizar el riesgo del contagio.
Evitar contagios del coronavirus en la fuente de trabajo es apoyar al desarrollo económico, al retorno a la nueva “normalidad” y, especialmente, al cuidado y protección del medio ambiente y la naturaleza, porque las epidemias son fruto de la invasión que hace el humano al hábitat de otros animales.
El autor es Ingeniero en Ecología y Medio Ambiente.
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