Guerra del Chaco
El legendario Carmelo Cuéllar Jiménez formó parte de la hazaña beniana en la Guerra del Chaco. Todos hacen notar que a partir de las nuevas movilizaciones que fueron llegando al Chaco en febrero de 1934, los contingentes benianos tonificaron al Ejército en campaña y resultaron decisivos para recuperar territorios que ya estaban en manos paraguayas.
Germán Busch Becerra y Carmelo Cuéllar Jiménez, forman una luminosa y espléndida expresión de heroísmo por el incansable coraje demostrado en toda la campaña del Chaco. El ilustre Fabián Vaca Chávez, en noviembre de 1934, en la prensa paceña, escribía de estos titanes, cuando aún faltaban varios meses para que termine la contienda:
"Una aureola de gloria envuelve ya a esa muchachada del Beni, cuyo más alto exponente -el Centauro del Chaco, Germán Busch- penetró hace rato, a todo galope, en los dominios de la historia y de la leyenda.
Cerca de él está Carmelo Cuéllar Jiménez, burlador de la muerte, que trajo en su brazo el vigor de la raza itonama. Y con ellos cien más, citados a menudo en las órdenes del día de cada batalla".
Como la historia boliviana y el país han colocado laurel y olivo en las sienes del glorioso Camba Busch y son por demás de conocidas sus mitológicas actuaciones en las trincheras del Chaco, hago un paréntesis para significar el legado de coraje del ya renombrado en esta exposición, Carmelo Cuéllar Jiménez, otra de las leyendas que parieron los combates sangrientos. Tantos habían sido los exitosos cuatrerajes de su propia "Compañía Cuéllar", integrada por benianos y cruceños, que el paraguayo de cualquier grado militar ambicionaba capturar o matar a este soldado boliviano que les había hecho innumerables jochas (celadas, trampas) mortales y sentía admiración y terror por su presencia felina y bestial.
En una entrevista publicada en vida del Héroe Nacional, el periodista Alfredo Medrano, de Los Tiempos, refiere otra de las historias inverosímiles del legendario Carmelo Cuéllar Jiménez. Relata que cierta vez llegó de uno de sus Cuatrerajes, con su mula cargada de alforjas repletas de un macabro botín: 300 orejas de "pilas" que habría cobrado como la mejor prueba de enemigos muertos a sus manos, pues sus jefes se mostraban sarcásticos y escépticos ante sus hazañas.
¡Imaginémonos lo que hizo en las 44 acciones de comando que realizó este guerrero con su escuadrón especialmente de benianos y cruceños!
La escritora y periodista Lupe Cajías, nueve años después de la muerte de Carmelo Cuellar, acaecida en Santa Cruz, supo apreciar al corajudo soldado del Chaco:
"En ninguna de las tres etapas en las que fue calificada la Guerra del Chaco, Carmelo estuvo ausente. En aquellos fatídicos años, le correspondió pelearle de frente a la muerte, en las más peligrosas como arriesgadas incursiones a los mismos campos enemigos, de donde afortunadamente volvía triunfante, no sin antes haber causado estragos en las líneas paraguayas, para vergüenza del invasor y gloria del soldado boliviano".31 ¿Saben qué hicieron los jefes paraguayos en los días del Armisticio?
Pidieron a los comandantes bolivianos que se presente el Tte. Cuéllar, porque querían conocerlo. Cuando este camba beniano estuvo delante de ellos, del estado mayor y sus camaradas, le entregaron un lienzo con la siguiente inscripción:
"Teniente Cuéllar: Si algún día en su Patria olvidan los méritos ganados por usted en esta guerra, el Paraguay, noble enemigo de ayer, no los olvidará jamás".
Y en 1958, los excombatientes paraguayos, en una visita del coronel
Carmelo Cuéllar Jiménez a Asunción, solicitaron al Presidente Alfredo Ströesner oficializar aquella condecoración; y fue así que el 15 de agosto de ese año, el Gobierno Paraguayo refrendó tan insigne distinción. También el Presidente Juan Carlos Wasmosy en los preparativos de su viaje a Bolivia, pidió al Gobierno que incluyera en su agenda la visita que deseaba hacer al Héroe Nacional Cnl. Carmelo Cuéllar Jiménez, en La Paz. Como el benemérito y héroe radicaba en Santa Cruz, el mandatario paraguayo viajó hasta la capital oriental para conocerlo y rendirle honores por su valentía en la guerra.
Carmelo Cuéllar Jiménez nació en la ciudad de Magdalena, Provincia Iténez del Departamento del Beni. Sus padres fueron Gonzalo Cuéllar Bravo y doña Virginia Jiménez Melgar.
FORMACIÓN
Carmelo Cuéllar Jiménez nació en la ciudad de Magdalena, Provincia Iténez del Departamento del Beni. Sus padres fueron Gonzalo Cuéllar Bravo y doña Virginia Jiménez Melgar.
Carmelo fue el menor de siete hermanos. A la edad de seis años, quedó huérfano de padre y madre, lo que obligó a sus familiares a trasladarlo a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra a los ocho años de edad. Ahí Carmelo ingresó a estudiar las primeras letras en el seminario No.1 “Monseñor Santisteban”, luego ingresó al Colegio Nacional “Florida” a continuar sus estudios de instrucción media, hasta el cuarto curso, recuerda entre sus compañeros a Eustacio Chávez, Wolfango Montes, Dr. Urenda Peinado, Simón Melean, Gemán Gabriel, Teodoro Amelunge, Carmelo Arias Ortiz, Percy Boland R., Crisanto Morales, Rubén Medina, Romelio Antunez, Enrique Balcazar B.
entre otros. Interrumpió su formación para trabajar en la Casa Zeller, por espacio de un año.
Luego de haber trabajado como ayudante de perforista en la Stándard Oil, empresa transnacional petrolera instalada en la región de Cordillera, sin cumplir aún 19 años se presentó a prestar el servicio militar en el Regimiento “Loa 4 de Infantería” con asiento en San Antonio de Villamontes el 10 de diciembre de 1930, siendo su comandante el entonces Tcnl. Enrique Peñaranda y cuyo segundo comandante era el Tcnl. Agustín Gironas. Desde ese contacto con el Chaco, cambió su vida.
Fue instruido y especializado en el manejo de las armas de fuego y en armas punzo cortante. Fue destinado a la Cuarta Compañía (de cañones, ametralladoras pesadas Colt con sección de acompañamiento de 2 cañones Krupp de encendido a chispa, sobrantes de la guerra Franco – Prusiana), cuya comandante era el Cap. José N. Urcullo, y los Comandantes de Sección eran los Tenientes Desiderio Rocha, Víctor Eduardo y los Subtenientes Rafael Indaburo González, Elías Aliaga y Antonio Álvarez.
Luego de cuatro meses de instrucción intensa, agotadora y pasada la revista individual en la cual se destacó con creces, la Cuarta Compañía y el regimiento “Loa 4 de infantería” marchó al Chaco Central, el 15 de abril de 1931. La marcha se la hizo a pie con los 12 kilos reglamentarios de peso en la mochila (la 4ta Compañía llevaba sus mulos de carga para transportar el equipo pesado de ametralladoras y cañones).
(Tomado de Revistas Bolivianas e Historias de Bolivia)