La ciudadanía, a poco menos de dos meses de las anunciadas elecciones, conoce muy poco, o quizá nada, acerca de los enunciados programáticos, de los que competirán, en ese evento, cuya realización está en debate, como consecuencia del incremento, en la curva de contagios y letalidad del coronavirus. Jamás, en la historia Patria, se ha visto una situación de esta naturaleza. Pero algunos se hacen llevar por la angurria del Poder y exigen elecciones a rajatabla. No les importan la salud ni la vida de la población sino sus intereses mezquinos. Y hablan de “respeto” a la Constitución, a derechos humanos y otras sandeces.
Hasta el momento parece que todo se limita a objetar, criticar y difamar, la tarea, difícil pero patriótica a todas luces, que ejecuta el gobierno constitucional, en su lucha por preservar la vida y salud, en tiempos de la pandemia de origen chino. En su empeño por mantener la paz social y profundizar la Democracia. En su propósito de generar empleo por el bien común. En su decisión de cuidar el bolsillo del ciudadano de a pie, distribuyendo diferentes bonos con sentido altruista.
La actitud conspirativa proviene no solo de las sombras de dicho mal, sino de los flancos de la derecha y de la izquierda. En consecuencia, pretenden desgastarlo, ante el electorado nacional, por cuanto tiende a crecer su candidata a la presidencia, con miras a un posible evento electoral. Las encuestas la ubican en el tercer lugar, cosa que ha provocado pánico entre los extremos. Éstos se han unido para atacarla, como aves de rapiña. Y lo hacen.
E intentan quebrantar la Democracia, con acciones vandálicas y terroristas. Con elecciones pactadas, en plena pandemia. Con dicterios, mentiras y calumnias, que no hicieron otra cosa que generar malestar social y desconfianza en el interior de las Fuerzas Armadas de la Nación.
Pero no mencionan sus ofertas para encarar el futuro, incierto y oscuro, bajo el flagelo del coronavirus. No dicen cómo, con cuáles recursos económicos y con la ayuda de quiénes van a emprender la lucha contra ese mal. Según expertos, éste permanecerá en el país por algunos años. Tampoco informan si modificarán o no el tipo de cambio, ante la crisis económica que se avecina. Posiblemente con un elevado desempleo y una reducción del empleo formal. No señalan los mecanismos con los que crearían nuevos empleos ni cómo preservarían los existentes. Parece que la juventud no existiera para ellos. Ni hablan de la posibilidad de otros bonos para sobrellevar los efectos del virus que azota Bolivia.
Así se pintan las cosas con miras a las elecciones que, de llevarse a cabo en septiembre, registrarían un marcado ausentismo, porque la gente, por temor a la enfermedad que recorre el mundo, asistirá en número limitado a los centros de sufragio.
En suma: priorizar la vida y la salud es la consigna de la hora. Luego será el turno de las elecciones.
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