La costumbre perniciosa de disponer huelgas hasta por “razones” nimias, como lo hacen muchas entidades laborales, perjudica gravemente al país, lo paraliza inútilmente y hasta destruye las pocas esperanzas de conseguir el desarrollo. Sin embargo, hay empeño en determinar paros y huelgas sin razones valederas ni causas justas y dignas de medida tan extrema. Lo cierto es que la huelga se ha hecho un recurso para justificar paros sin razones legales y tan solo para acatar consignas partidarias, cuya finalidad es boicotear al gobierno para satisfacción de quienes, desde el exterior, organizan y concretan actos reñidos con las urgencias y necesidades tanto del Estado como del gobierno que, además, no sabe encarar con la debida profesionalidad y energía la solución de este tipo de expresiones laborales que lastiman seriamente a la nación.
Autoridades del Ministerio de Trabajo, imitando conductas de otros tiempos, poco o nada consiguen con diálogos intrascendentes y promesas de difícil cumplimiento; postergan la solución de planteamientos que, generalmente, adolecen de razones legales, y tan solo están inmersos en cuestiones político-partidistas. Autoridades ministeriales incapaces de dialogar hasta demostrar sinrazones o razones, se rinden ante la demagogia y el populismo y logran “remedios” a medias que postergan el conflicto para nueva oportunidad que no tarda en presentarse. Esta realidad se vive en el día a día, tan solo con los anuncios de huelga que el Ministerio de Trabajo, temeroso de que se lleven a cabo, trata de solucionar en el tiempo más corto y con un personal negociador que no siempre cuenta con la debida capacidad para el diálogo.
La huelga es un derecho constitucional y nadie puede negarlo, pero para su vigencia se debe cumplir requisitos claramente establecidos por la ley; pero la contundencia anunciada no deja tiempo ni para las consultas ni para diálogos internos del gobierno con dirigentes que, muchas veces de buena voluntad, podrían encontrar cauces de franca solución y evitar que se repitan procedimientos inútiles para un “tira y afloja” sin fundamento ni razón alguna. Las huelgas, finalmente y por principio, deben ser actos conscientes y responsables, no resultado de conveniencias ajenas a los intereses de los trabajadores y menos que sean en cumplimiento de consignas foráneas o que cubran intereses ocultos.
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