Publicidad

    



[Armando Mariaca]

Es urgente renunciar a los antagonismos y rivalidades


Muchas veces, frente a las crisis y situaciones difíciles por las que atravesó el país y se tenía conocimiento de que todo se debía a conveniencias e intereses creados sean políticos, económicos, sociales o de cualquier índole, surgió el posible remedio de haber llegado el tiempo de renunciamientos; pero, más pudieron la soberbia y petulancia de las partes que no aceptaban ninguna solución que no sea acatando lo que a ellos interesaba sin que importen las posiciones de los demás. Hoy, debido al coronavirus, todo ha cambiado y nadie puede alegar ignorancia de una realidad que azota a todos por igual y que causa víctimas en toda la nación, sino que abarcó a todo el mundo porque la pandemia se encargó de hacer sentir el virus a todo nivel; es decir, sin contemplar posiciones o intereses de quien sea hasta el extremo de que el sufrimiento es igual para “moros y cristianos” que se asienta en lo institucional, en lo económico, cultural y social donde nadie puede sustraerse ni alegar diferencias que, por el impacto del virus, han desaparecido.

No obstante la vivencia de esta realidad que no tiene antecedentes en la historia de la humanidad, ésta no aprendió y generaciones de personas siguen apegadas a sus diferencias, antagonismos, complejos e intereses creados aun sabiendo que por ser candidatos seguros para los ataques del virus puede periclitar su vida sin dejar huella de su paso y menos de egoísmos y diferencias que vivió y defendió y que estuvieron sujetos a la expansión de la enfermedad.

Hoy, por la expansión de la enfermedad, conscientemente o no, los pueblos habrían llegado a la conclusión de ya no ser “dueños de su destino” ya que pasó a la propiedad caprichosa del coronavirus que, implacable, se hace presente en cualquier momento y sitio para cobrar víctimas como si se tratara de un compromiso comercial. Nadie está libre de ser parte de los designios de un mal que el hombre, decididamente, ha tratado de combatir, siendo inútiles sus empeños que, además, debe soportar al otro “enemigo” que es contrario a la colectividad porque se niega a ser partícipe de la guerra declarada haciendo abstracción de las recomendaciones preventivas que, por su bien, hicieron las autoridades. Así el panorama, el virus encontró un aliado en parte de la misma humanidad: los irresponsables, cobardes y miserables que niegan su participación en contra del mal y prefieren engrosar las filas del ejército invasor que causa males sin cuento con millones de casos o miles de muertos que ni siquiera pueden tener reposo en cementerios que se encuentran copados.

Ante verdades irrefutables, no le queda a la humanidad más que reconocerlas tomando conciencia de que, en buena parte, es su obra, fruto de su soberbia y la permisividad que dejó que todo pase y cada actitud contra el bien común se acreciente y no prevenga males que atacarían por igual a todos, fueron males que engrosaron lo ya hecho y consumado por siglos que se cultivó y agrandó en el coronavirus que fue recogiendo hasta la última partícula para acumularla en su favor como instrumento de muerte y destrucción que volcó contra el hombre.

Todo contribuyó a que llegue el tiempo en que el hombre se haga cargo de sus yerros y recoja los desafíos para cambiar en propio beneficio: llegó el tiempo de abandonar antagonismos y rivalidades, enconos y venganzas, injusticias y calamidades causadas por egoísmos, hambre y miserias junto a enfermedades que soportan el Cuarto y el Tercer Mundo a costa de quienes poseen mucho y no saben de los padecimientos ajenos bajo el pretexto absurdo: “cada uno labra su propio destino” que, en realidad es el de todos sin distinción alguna porque todos son parte sustantiva y definitiva de una humanidad que no supo ser solidaria, que teniendo explotó a los que poco o nada tenían, que labró fortunas sobre la base de la pobreza; una humanidad que no se entendió a sí misma y no acogió soluciones que estaba en sus manos manejar, una humanidad que lo menos que tuvo es consideración y respeto por el hombre mismo haciendo que en la realidad de los hechos el hombre se convierta en el peor enemigo del hombre.

Sería mayor soberbia y petulancia no reconocer que llegó el tiempo de renunciar a egoísmos, rivalidades y venganzas, antagonismos y posiciones cerradas donde los intereses creados y las ambiciones personales no dejan paso a entender que el bien común debe sobreponerse a cualquier otro interés. Es tiempo en que la política partidista y quienes propician a candidatos entiendan que la soberbia nunca acarrea réditos, que ellos, practicando lo que pregonan demagógicamente, sirvan al país en vez de servirse de él; que el pueblo no sea instrumento utilizable para el engaño, la mentira, la promesa que se sabe nunca se cumplirá; que cada uno deje de ser antagonista o enemigo de quienes también tienen derecho de terciar en procesos electorales; que comprendan que ellos no son dueños de la verdad y que, si se acumulara sus egoísmos y hasta actitudes miserables, no tendrían más vigencia en la historia.

Es tiempo, pues, en que más debe importar e interesar el país y sus habitantes que esperan actitudes nobles y desprendidas en pro de todo el pueblo que sólo confía en Dios y en sus propios valores, en sus esperanzas y ansias de contar, finalmente, con remedios que pongan término a sus sufrimientos.

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (900 Kb)      |      



Caricatura

 
Publicidad