“La noticia de su muerte no lo podía creer”, dijo el argentino
Sergio Oscar Luna sintió bastante la muerte de Eliseo Ayaviri, “el Chancho” como se le conocía en el ámbito futbolístico.
Con Ayaviri por la izquierda, desbordando, y con Luna gestando jugadas con su talento, el Tigre pintó jornadas memorables para los atigrados, entre 1989 y 1990. Y, al margen de lo futbolístico, Ayaviri fue uno de los primeros jugadores que se le acercó a Luna cuando llegó al Tigre, era uno de los históricos del club y el que le dio la bienvenida, lo que marcó al ex diez del Tigre, Wilstermann y San Lorenzo, entre algunos clubes que jugó.
“Ayaviri se acercaba a todos, a los extranjeros, nacionales, cambas, chapacos, jugaba con todos y era un tipo solidario. A mi recibió como si me hubiera conocido toda la vida, era sano, no creo que haya alguien que me diga que el Chancho me hizo esto. Cuando yo dirigía a The Strongest, se acercó con Aragón, Arce y otros compañeros. El Chancho nunca estaba enojado, son de esas personas que uno siempre quiere tener al lado, por eso la noticia de su muerte no lo podía creer. Son sentimientos tristes cuando se va un jugador como él, para mí un ícono del Tigre, siempre estaba predispuesto a dar todo por la camiseta atigrada”, contó Luna de Ayaviri a “El Derribador”.
El ex diez atigrado contó que hoy “no es un buen día, hemos amanecido con una lamentable noticia, partió un hermano, el Chancho era más que un compañero, compartimos muchas cosas, estaba con él más que con mi familia, una vez me fui, me llamaba para ir jugar a Villazón, en el último tiempo compartimos cuando trabaja en ABB, veíamos fútbol, no tenía un alma de maldad, estaba siempre predispuesto a ayudar en la vida y afuera compartíamos bastante, a veces me daba pie para cargar a otros”.
Luna, quien está en plena cuarentena en Buenos Aires, Argentina, dijo bastante triste que “no se fue un compañero, un amigo, se fue un hermano, conocí a su familia. El fútbol te acerca tanto, todo lo que vivís te carga a fuego, más en un equipo como ese que compartimos”.
Entre los mejores recuerdos futbolísticos que tiene consigo, Luna contó que entre 1989 y 1990, “Chancho estaba en su plenitud, siempre fue un jugador con el que se entendía uno fácil. Leíamos el fútbol, era técnico, desbordaba, usaba bien su cuerpo, ni hablar de los centros y pases. Cuando me nombró a mí como uno de los jugadores con los que mejor se entendió me sentí orgulloso, lo que vivimos en ese momento era maravilloso, me acuerdo cuando viajamos a Estados Unidos, son anécdotas, cosas que he vivido con él y han sido maravillosas. Hoy siento una sensación triste de no poder verlo, siento pena de no haberle dicho algunas cosas, Que descanse en paz, Dios lo tenga en su gloria”.