Economía de palabras
La primera frustración que tuvo el país con el litio fue en 1990, cuando Jaime Paz Zamora decidió anular una invitación que había hecho Víctor Paz Estenssoro (su tío) a la poderosa Lithco para que se ocupe de explotar el metal.
La segunda frustración llegó el año pasado, cuando el cocalero Morales decidió anular, el 3 de noviembre, un decreto que autorizaba las operaciones de la alemana Acisa para asociarse con YLB, la empresa estatal boliviana.
El cocalero estaba pensando en su reputación. En esos días estaba preparando valijas para escapar del país y se ve ahora que tenía listo el discurso en el exilio: “Me sacaron del poder para apoderarse del litio”.
Alguien le sugirió entonces que ese discurso no podía ser, pues él mismo había decidido entregar el litio boliviano a la empresa alemana, y entonces, muy aprisa, optó por anular su propio decreto y de esa manera justificar el discurso que tenía planeado.
El discurso se proponía asegurar al mundo que no fue por sus negociados y sus violaciones de todas las leyes que dejó el poder, sino porque era un estorbo para quienes querían explotar el litio.
El contrato con la alemana fue firmado por el propio cocalero un año antes luego de haberse convencido de que el desarrollo del proyecto, en manos de los hermanos Echazú, del partido comunista chino, no había avanzado nada.
Esos hermanitos habían gastado 800 millones de dólares pero no habían cumplido ni siquiera con 10% de los proyectos que manejaron.
Lo máximo que avanzaron fue cuando decidieron poner una “fábrica” de baterías de litio en Potosí, pero se desanimaron cuando les dijeron que sería un despropósito llamar “fábrica” a una planta de ensamblaje de baterías con partes traídas de China, incluido el litio.
Catorce años se demoró el esfuerzo de los hermanos Echazú, hasta que el cocalero les dijo que estaba cansado de esperar y que había decidido entregar todo el salar de Uyuni a la alemana Acisa.
Ahora, la empresa alemana está lista para avanzar en una acción judicial contra el Estado boliviano para cobrar más de 100 millones de dólares por concepto de indemnización, con la seguridad de ganar el caso.
Con esta factura, las cuentas por pagar a empresas extranjeras que dejó el cocalero se aproxima a los 1.500 millones de dólares.
Según Carlos Delius, representante de la empresa alemana, todavía hay esperanzas de resolver el problema evitando el juicio.
La ventaja es que en este momento hay muchas expectativas por las baterías de litio en el mundo a raíz de la crisis del petróleo y la perspectiva de que en 2030 dejen de circular automotores a gasolina y todos sean eléctricos, con baterías de litio.
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